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Los concursantes se asieron de las manitas para oir la sentencia de la Milá y cuando sonó el nombre de Mabel Misericordiae, ella se levantó de un salto y en un santiamén estuvo recorriendo el pasillo exterior, al final del cual esperaban el cadáver Iñigo el Escatológico, que en el instante del encuentro no pudo dejar de ser quién es y se metió un dedo en la napia, Mónica Ruiz y Marina, quien con la buena vida de los últimos tiempos ha visto acentuadas sus facciones porcinas.

No había coros de benedictinos con el Dies Irae para recibir a Mabel, pero sí un gaitero pesadísimo, que había acudido por si salía Iván, que es asturiano, que disparó la gaita como si llevara una cogorza de sidra de garrafón. Empezó la vida sin Mabel y pudimos ver a las gallinas muy apenadas, guardando un minuto de silencio. Por su parte, Koldo no dejó de succionar ni un segundo su chupa-chups. Creo que era un pastillón de éxtasis, pues le temblaban las quijadas más que de costumbre.

Ania se quedó muy morritos, seguramente porque ahora le tocará barrer y fregar como una condená, o sea, que se cierne sobre ella la cruel amenaza del Vim con Clórex. En el plató, la hija menor de Mabel lloró con dignidad y su padre enseñó el ceño con los ojos llorosos, por no hablar de la mayor, que andaba con un cabreo mayúsculo, seguramente porque habrán visto cómo últimanente se cargaban a su parienta en Internet y en Crónicas Marcianas.