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Ayer fue un día de perros
De caótica podríamos calificar nuestra ruta de ayer en cuanto a la búsqueda de noticias se refiere. Largos recorridos por diversas carreteras para nada. Soleadas en el pantalán, también para nada. Mal día. Y es que lo que mal comienza, mal acaba.

Lo digo porque María Teresa Campos, con su amiga y colaboradora Cuca Vinuesa, calzón corto y blusa sport ambas, a poco de echar a andar desde el hotel donde se hospedan, el Melià de Mar, las sorprendimos. Nos pidieron que ¡por favor! de fotos nada, y de entrevistas, ya veremos si más adelante, «pues estamos estrenando las vacaciones y entendernos». Nos rogaron que dejáramos nuestras tarjetas en la recepción y que ya nos llamarían. Esperemos que lo hagan. ¡Menos mal! que en el jardín del hotel, en compañía del director del mismo, Tumy Bestard y Olga, nos encontramos con la esposa del embajador de Estados Unidos en España, recién llegada a Mallorca. Una señora muy amable, que habla perfectamente castellano «por tener una raíz española, de Burgos, creo», nos dijo. En fechas próximas se reunirá con ella su esposo «que sigue en Madrid, trabajando». Como toca a un embajador tan importante.

Tras regresar del Port d'Andratx y de Camp de Mar buscando a Esther Arroyo y familia, en Puerto Portals nos comentaron que José María Carrascal andaba por allí, en bañador. ¡Hombre, pues no estarían mal unas fotos suyas así! Indagamos cerca del barco donde nos lo habían ubicado, pero «don José María ha estado aquí hace dos días». En otro bar del puerto nos cuenta la que «la otra tarde andaba por aquí Raúl, del Madrid» y casi nos da un vuelco el corazón. «Estaba jugando a fútbol-playa con Stankovic, Ibagaza, Pepe Gálvez e Iván Campo», nos aclaró la mujer, completamente convencida de que era Raúl. «¿No sería Alfonso, el del Betis...?», preguntamos. «Pues ahora que lo dice... "dudó" creo que sí. Sí, era el que salió en el periódico con un sombrero como el de «Gran Hermano». ¿Y no era Raúl...?». Pues no, señora, no lo era. Era Alfonso», respondimos notando que el corazón retomaba su ritmo. Aunque para susto el que nos dimos cuando, en Porto Pi, echamos un vistazo al muelle del Fortuna y no lo vimos. ¿Habrá venido alguien de la Familia Real....?, pensamos... Puede haber llegado alguien, de acuerdo, pero que navegue en el yate real antes de que lo estrenen los Reyes, me temo que no... Y bueno, pues que como vimos que las dos lanchas que siguen al Fortuna estaban allí, desechamos cualquier sospecha sobre lo apuntado al principio. Vaya lástima, no?