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Con una temperatura superior a los 30 grados, y la ausencia de lluvias, algunos rincones de Palma empiezan a oler mal.

El calor y la humedad favorecen la proliferación de bacterias que descomponen la materia orgánica, proceso químico también caracterizado por la emanación de gases que desprenden malos olores. El fenómeno se aprecia en especial en los contenedores de basura y sus aledaños. La costumbre "tan extendida" de «tirar la basura aprovechando ahora que bajo», es muy negativa en verano, porque la temperatura en el interior de un contenedor expuesto al sol, llega a sobrepasar con creces los 40 grados. Esperar a que anochezca para deshacerse de «la bolsa» es lo recomendable. Motivos: el calor baja y la basura permanece menos tiempo en la calle a la espera de los camiones encargados de su recogida.

Quizá el problema desapareciera o fuera menos grave si los contenedores estuvieran limpios, y si del suelo se recogieran los desperdicios que caen durante la recogida. A ello se añade que los perros encuentran atractivos estos «espacios fragantes», y es fácil que al pasar aporten algo a la suciedad del lugar. Es el de los canes "y el de alguna persona que utiliza los rincones para orinar", otro problema que se agudiza durante el estío, pues además de caminar vigilantes para no pisar «cualquier cosa», hay que añadir el olor que se percibe en algunas calles por el orín. En cuanto al alcantarillado, se empieza a detectar malos efluvios en la calle Olmos.