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Al llegar el verano el ritmo de frenética actividad diaria disminuye y se acercan los momentos de merecido descanso para todo el mundo (o casi). Descansan los niños, los profesores, los padres, los abuelos, hasta los famosos y los críticos literarios descansan... algo más de lo habitual. En fin, todos, excepto los monitores, que velan porque los niños no sufran ningún tipo de incidencias en los campamentos de verano.

«Estos jóvenes desean involucrarse en la mejora de nuestra sociedad porque hay cosas en la misma que no funcionan. Y trabajar con niños es hacer una apuesta de futuro», señala Joan Carles Carbonell, presidente de la federación confesional Grups d'Esplai de Mallorca (GDEM). En la federación, constituida en 1978, hay cuarenta esplais, y cuenta con quinientos monitores y monitoras. «Todos los monitores de nuestra federación son voluntarios», indica Carbonell. Los monitores «viven y conviven» con los niños todo el tiempo que dura la colonia o el campamento "la media es de siete a diez días". La edad de los niños va de los seis a los catorce años, y la media de edad de los monitores suele ser de poco más de veinte años.

El GDEM está incluido dentro de la Fundació Esplai de les Illes. Otra de las entidades que conforman esta fundación es la Escola de l'Esplai, dedicada a formar tanto a monitores como a directores de tiempo libre. Durante el curso de monitor se van tocando diferentes áreas: psicología infantil, pedagogía, primeros auxilios o actividades "talleres, danzas, juegos". El curso dura 150 horas. «Sólo hemos tenido los típicos pequeños problemas cuando se está en un campamento, rasguños, pequeñas heridas, etc. Además, hay un seguro para todos los monitores y niños que participan», comenta Carbonell.