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«Hijo, ¿no deberías comenzar a estudiar? Ya estamos en agosto y los exámenes están a la vuelta de la esquina...». El chico, cansado de que cada mañana su madre le repita lo mismo, acaba por cargar con los libros y, bajo un sol de justicia, se acerca a una de las bibliotecas de la ciudad. Pero encuentra las puertas cerradas y un cartel que informa: Agost: tancant per vacances.

Ésta es una historia que se repite verano tras verano. De las dieciocho bibliotecas municipales de las barriadas de Palma, once permanecen cerradas durante el mes de agosto. Solamente las de Gènova y es Molinar abren durante la primera quincena del mes; y las de s'Arenal, Blanquerna, sa Indioteria, son Forteza y el Terreno lo harán durante la segunda. La biblioteca de Cort, con capacidad para unas cincuenta personas, es la única que sigue abierta todas las mañanas de lunes a viernes cerrando las tardes.

Así que todos aquellos estudiantes no tan brillantes o las personas que quieran tomar prestado algún libro que acompañe su tiempo de descanso no lo tienen fácil. Alex Paredes es uno de esos jóvenes para los que el agosto no es sinónimo de sol, playa y diversión. Está estudiando las asignaturas de Derecho que le han quedado para septiembre en la biblioteca del Ajuntament «porque la que está cerca de casa está cerrada», y se queja de la situación: «En Palma no hay un buen ambiente para los estudiantes. Ahora, en agosto, se organizan conciertos, obras de teatro, cinema a la fresca... Pero ¿y los que tenemos que estudiar? Prácticamente todas las bibliotecas están cerradas. Las pocas que siguen abiertas tienen un horario de mañana y se llenan enseguida».