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En estos últimos años el tren está recuperando el esplendor que tuvo en otros tiempos, cuando en un mismo vagón podían coincidir escritores románticos, familias de clase media, aventureros intrépidos y poetas decimonónicos.

Mallorca no es ajena a ese intento de recuperación de uno de los medios de transporte más enraizados en la Isla. «El Govern quiere potenciar el uso del tren y dar un servicio de mejor calidad», señala José Antonio Santos, gerente de Serveis Ferroviaris de Mallorca (SFM), entidad que depende de la Conselleria d'Obres Públiques del Govern Balear. La línea Palma-Inca ya tuvo una primera rehabilitación en 1996. Se sustituyó un veinte por cien de las antiguas traviesas de madera por otras de hormigón. La inversión fue de 250 millones de pesetas y el objetivo era evitar las vibraciones que padecían viviendas de zonas adyacentes al paso del tren.

«A finales de 1997 hubo quejas de afectados por las vibraciones. Y nuevamente hubo quejas a mediados del año pasado», señala Santos. El Consejo de Administración de SFM encargó entonces una auditoría sobre el estado de la vía. El resultado fue que la anterior rehabilitación había resultado insuficiente y que era necesario hacer una nueva inversión. «Se decidió arreglar la vía ascendente "la descendente está en mejores condiciones", es decir, los treinta kilómetros de la línea Palma-Inca. La partida presupuestada para ello fue de 650 millones», continúa Santos, y añade: «Mientras no se arregle completamente, la velocidad de los trenes se reducirá para evitar vibraciones». Se espera que las obras terminen en noviembre de este año.

«Por otra parte, antes de final de año está previsto que esté terminada la vía nueva Inca-Sa Pobla. Ahora se estudia el cálculo de frecuencias y el número de personal necesario», concluye Santos.