El problema que provocan los ruidos producidos por la música de los
locales nocturnos es mucho más grave cuando se trata de zonas
turísticas o de esparcimiento, donde existe un mayor número de
estos establecimientos y, por ende, de gente con deseos de
divertirse. Pero cuando las autoridades competentes pretenden
limitar más los horarios, topan con la oposición, hasta cierto
punto lógica, de los empresarios del sector. El problema puede
resolverse en el caso de locales cerrados, como en el caso de sa
Llonja, con una conveniente insonorización, lo que permitiría que
pudieran continuar con su actividad hasta una hora razonable
siempre y cuando no causasen molestias a los vecinos.
De más difícil solución es el caso de la «calle del jamón» de
s'Arenal, donde las empresas desarrollan las actividades musicales
en terrazas abiertas. Y el mismo Ajuntament de Palma, que permitió
su apertura y no impuso controles a dichas actividades, pretende
ahora limitarlas, debido a las protestas de los vecinos que padecen
las consecuencias de los ruidos generados por estos
establecimientos. Además, a todo ello hay que añadir el ruido que
generan los clientes de estos establecimientos en la misma calle,
algo que debería poder resolverse con un poco de civismo.
Naturalmente, es lícito el derecho a divertirse, pero también lo es
el derecho al descanso que tienen los vecinos de las zonas
afectadas por el ruido procedente de los aparatos musicales y de
los clientes de los locales nocturnos. Y es preciso que el
Ajuntament de Palma, los empresarios y los vecinos hagan un
esfuerzo para encontrar una solución que pueda ser válida para
todas las partes enfrentadas por este conflicto. Aunque no parece
que, dados los últimos acontecimientos, movilizaciones y protestas,
se esté adoptando la posición más adecuada para ello.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.