Los alumnos de Educación Infantil, Primaria y Especial de Balears
protagonizaron ayer un regreso a las aulas muy especial tras haber
concluido el periplo vacacional del verano.
A las nueve en punto de la mañana los colegios abrían sus
puertas. Unos minutos antes de esa hora, los padres acompañaban a
sus hijos al colegio Santa Magdalena Sofía. Los rostros reflejaban
distintas realidades. En los pequeños, el primer madrugón después
de dos meses de vacaciones y en los mayores, la tranquilidad por
saber que su retoño se quedaba en buenas manos. Todo parecía normal
hasta que llegó para los niños de tres años la tragedia.
Se presentaba el momento en que los maestros tomaban el relevo
de los padres. Conforme los últimos abandonaron las aulas, los
llantos comenzaron a desatarse. Y es que los niños no querían
separarse de ellos. Les costaba creer que les dejaban solos con
unas personas que desconocían. Avanzar por los pasillos del centro
escolar y comprobar cómo aumentaban las edades de los alumnos en
cada clase, configuraba un panorama distinto. De los lloros de los
más pequeños a la seriedad de los que no acudían al colegio por
primera vez.
Los niños de Primaria enseguida ocuparon sus asientos y se
dispusieron a atender al profesor. La elección de los delegados de
clase, la narración de lo que cada uno había hecho en vacaciones y
la conversación a la oreja con el amigo del mismo curso,
presidieron los primeros minutos del nuevo curso. Aunque el mayor
protagonismo lo ostentaron los libros de texto junto con el resto
del material escolar.
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