El «Día Europeo sin Coches» "denominado en Palma «La ciutat sense
el meu cotxe»" fue bien recibido, en general, por los palmesanos
que ayer salieron a pasear por las calles del centro de Palma.
Podría decirse que el lema de la jornada no era del todo exacto,
pues vehículos, aunque pocos, circulaban por calles como Jaume III,
Unió o la Rambla. Básicamente se trataba de autobuses, taxis,
furgonetas de reparto o reparación, y de algún que otro vehículo de
residentes.
Podría decirse que el aspecto que presentaban las calles citadas
y adyacentes era el de un día festivo algo peculiar, con las
tiendas abiertas, los semáforos con la luz intermitente y los
peatones más intrépidos andando en medio de la calle, arriesgándose
a ser titular de periódico al día siguiente: «Peatón atropellado en
el Día sin Coches».
El Ajuntament dispuso mesas informativas sobre el significado de
la jornada en Cort, Oms, Sant Antoni, Born y Jaume III, en donde se
entregaban todo tipo de folletos informativos y una encuesta para
conocer los hábitos de desplazamiento de los residentes en Palma.
Efectivos de la Policía Local comentaban que en el centro de la
ciudad la jornada iba transcurriendo sin incidentes
destacables.
Por la tarde estaban previstas cinco bodas en Cort, y los
futuros contrayentes tenían autorización para poder llegar hasta el
Ajuntament en coche. Así que si al final hubo algún retraso del
novio o la novia, parecía aconsejable no utilizar la socorrida
excusa, «lo siento cariño, pero no sabes cómo estaba el
tráfico».
Las calles cercanas a Cort fueron las que presentaron un aspecto
más apacible y relajado, como de ciudad de provincias de principios
de siglo, si no fuera, por una parte, por la ausencia de tranvías y
carromatos, y por otra, por el sonido de fondo de los teléfonos
móviles y las taladradoras.
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