El rehabilitado pailebote barcelonés «Santa Eulàlia». Foto: C.D./G.A.

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Cuando los últimos veleros mallorquines, los célebres pailebots, no son aquí más que un romántico recuerdo cada vez más olvidado, el Museu Marítim de Barcelona acaba de abrir al público el restaurado «Santa Eulàlia» que no es otro que el «Puerto de Palma» del armador Jaume Oliver, más tarde rebautizado «Cala Sant Vicenç» por la Naviera Mallorquina y que navegó bajo gallardete isleño entre 1931 y 1975.

Un claro ejemplo del interés por preservar nuestro patrimonio naval (comparable a la labor emprendida por los marinos extranjeros que han adquirido también el antiguo «Cala Tuent» y el «Isla Ebusitana», participantes en el último Trofeo Almirante) ante la característica desidia institucional balear.

Con la incorporación de este buque al museo barcelonés (en cuya rehabilitación se han invertido 300 millones de pesetas) se pretende mostrar una pieza irrepetible de la antigua marina mercante mediterránea, en una zona como el Port Vell, abierta a la cultura de la ciudad, entre edificios representativos. Una iniciativa en auge en los principales puertos de Europa, impulsada para divulgar su historia marítima y desconocida en Palma.

Las barcelonesas Festes de la Mercè han determinado el momento idóneo para su presentación social. Una reto que en Mallorca, pese a los numerosos buques similares dignos de ser conservados en espacios comparables, cuando no mejores (aunque finalmente quemados y dinamitados), sigue siendo un sueño cada vez más utópico, al no prosperar ni siquiera el proyecto de un mínimo museo marítimo.

La restauración del «Santa Eulàlia, una labor que se ha prolongado por espacio de dos años, la ha realizado un mestre d'aixa catalán en dos etapas, la primera en seco, que ha afectado al casco, quilla y cuadernas y la segunda a flote, centrada en la cubierta, mástiles (tres más el botalón), escotillas y mobiliario.