El otoño es una estación que nos regala una gran variedad de frutos, que a diferencia de los cultivados en grandes extensiones como son el naranjo o el limonero, son de producción muy reducida.
Se trata de las granadas, los membrillos, los caquis y los higos, estos últimos ya despidiéndose, conforman estas golosinas frutales que se pueden consumir frescas y destinarlas a múltiples usos que van desde la elaboración de mermeladas o jarabes, a conformarse como parte indiscutible de la decoración de platos cuyo título es más largo que la cantidad de comida que hay en el plato. Ja mos entenem.
La bandejita de madroños o arboces, que configuraba antaño una salida familiar al bosque para recogerlas, ahora se pueden adquirir con facilidad en algún puesto especializado de los mercados municipales. La bandejita de madroños se vende a 300 pesetas. El precio del kilo de caquis, según tamaño, oscila entre las 280 y las 350 pesetas. Las granadas, que se encuentran en un momento óptimo para adquirirlas, se venden entre las 350 y las 480 pesetas kilo.
Los higos observan precios distintos. Diez unidades de la variedad de la roca, llevan marcado el precio de 500 pesetas kilo. Otras variedades de higos mallorquines se venden entre las 860 y las 1.200 pesetas kilo.
Cercana la época de Tots Sants, se hacen presentes los boniatos. El autóctono mallorquín alcanza un precio por kilo entre las 400 y las 450 pesetas. En cambio, la batata de Málaga, de carne anaranjada, se vende a 395 pesetas kilo. El membrillo varía su precio según tamaño, y su precio oscila entre las 285 y las 350 pesetas kilo.
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