El 33 por ciento de las personas que fallecen en Palma, es decir,
una de cada tres, se incineran, siendo una de las capitales de
provincias del Estado donde más se desarrolla esta práctica, según
datos aportados por la Empresa Funeraria Municipal.
Así, de los 5.000 fallecidos en lo que va de año, (4.900 durante
1999), más de 1.660 fueron incinerados, en una práctica que se va
convirtiendo en habitual a medida que pasan los años y que
contrastan con los niveles que se dan en Madrid o Barcelona donde
el porcentaje es del 25 por ciento y la media nacional es de apenas
un 20 por ciento. Valga como ejemplo de la evolución de este
sistema en las Islas el hecho de que durante 1994 tan sólo el 0'3
por ciento de los fallecidos en Palma pasaba por el horno
crematorio influidos, quizás, por las costumbre traídas por los
residentes europeos, que provienen de países donde la incineración
está más asentada.
Precisamente ayer se hizo público un estudio realizado por las
organizaciones de consumidores en el que se demuestra que Palma
también se encuentra entre las ciudades del Estado donde cuesta más
dinero organizar un entierro. Así, dependiendo del tipo de servicio
que se solicite, un entierro en Ciutat oscila entre las 300.000, el
más sencillo, y las 700.000 pesetas. La media estatal, según los
citados estudios se acerca a las 350.000, cifra que, aseguran, es
cinco veces superior al salario mínimo interprofesional, (70.000
pesetas).
En el precio de un entierro se incluye la tramitación de
documentos, el ataúd, las flores, transporte, enterramiento y
oficio religioso y no incluye el coste de la adquisición de nichos.
En este sentido, y como referencia, cabe destacar que un nicho en
la segunda fase de Son Valentí se vendía a 150.000 pesetas, precio
que, en algunos cementerios de la Part Forana, pueden incrementarse
hasta las 250.000 pesetas.
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