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La feria World Travel Market de Londres ha finalizado entre un clima de pesimismo, por el bajo nivel de reservas, y la confirmación de que las relaciones entre el Govern balear con la Administración central y la patronal hotelera mallorquina no están en su mejor momento.

Los datos estadísticos facilitados por los touroperadores, a través de Turespaña o de los propios hoteleros, provocaron que durante la World Travel Market 2000 imperara un clima un tanto extraño, por no decir anormal, en los pasillos y stands de la feria. Después de tres días de informaciones contradictorias, hoteleros y el propio Govern confían en que durante los próximos meses se normalicen las ventas en un mercado que vive una situación económica envidiable y cuenta con la divisa más fuerte de la Unión Monetaria.

En el otro lado de la balanza, los contactos puntuales mantenidos entre el presidente del Govern, Francesc Antich, con los hoteleros, ante la atenta mirada del conseller de Turisme, Celestí Alomar, han vuelto a poner de manifiesto la distancia entre unos y otros, circunstancia que ha sido aprovechada por la Secretaría de Estado de Turismo para mostrar su sorpresa por este enfrentamiento bizantino en temas tan vitales como el impuesto turístico o la negociación de la Ley de Turismo.

El director general de Turismo, Juan José Güemes, así como el secretario de Estado de Turismo, Juan Costa, y el propio vicepresidente segundo y ministro de Economía, Rodrigo Rato, tuvieron el detalle de visitar el stand de Balears. El primero de ellos pudo saludar a Antich y Alomar, pero Costa y Rato sólo pudieron dar la mano a Alomar, para lo cual el conseller tuvo que retrasar un día su regreso a Palma. Simplemente hubo palabras y saludos de pura cortesía entre personas civilizadas.

Antich, quizás mediatizado por las noticias procedentes del sector hotelero referidas a venganzas por las sanciones impuestas a hoteleros de pro, entre ellos Escarrer, intentó por todos los medios actuar de forma diplomática y dejar la puerta abierta al diálogo en un tema tan delicado y clave para el Pacte de Progrés como la ecotasa.