Las embarcaciones que se sumaron a la protesta convacada por Greenpeace se situaron junto al buque. Foto: P. ARMESTRE.

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El portaaviones nuclear norteamericano «George Washington» abandonó ayer, a las dos de la tarde, las aguas de la bahía de Palma. Pero antes de partir, una flotilla antinuclear compuesta por veleros, yates, llaüts, pesqueros, lanchas y motos acuáticas se concentró alrededor del buque para, durante poco más de dos horas, protestar de manera pacífica contra la presencia del portaaviones en la Isla.

Nada que ver con los agasajos y parabienes que recibieran cincuenta años atrás en la película «Bienvenido Mr. Marshall», mientras Lolita Sevilla cantaba: «Americanos, americanos, os recibimos con alegría...». Sin duda, y aunque hayan gastado esta vez un millón de dólares diarios en Palma, los marines ya no son tan bienvenidos como antes. La concentración había sido convocada por Greenpeace, que ayer desplazó hasta las cercanías del «George Washington» su velero «Zorba» y dos lanchas. Xavier Pastor, director ejecutivo de la organización, participó en el acto y mostró su satisfacción por el número de embarcaciones que habían participado.

A bordo del motovelero se encontraban, entre otros integrantes de Esquerra Unida, el conseller de Treball, Eberhard Grosske, el senador autonómico Manuel Cámara, y Jaume Carbonero, director general de Arquitectura i Habitatge. Grosske, emulando sin duda al Leonardo di Caprio de «Titanic», iba de pie en la proa de la nave. A bordo del llaüt iba un grupo de jóvenes, también de EU. Poco después de las once de la mañana llegó el velero «Zorba» a la altura del portaaviones norteamericano, acompañado por más de cincuenta embarcaciones privadas. El velero portaba una pancarta con la inscripción «Nuclear Free Seas. España no nuclear». No pudo verse, en cambio, ninguna pancarta que llevase la inscripción «España goes well». Mientras todo eso sucedía, unas pocas gaviotas sobrevolaban, sin mucho entusiasmo, el portaaviones.