El derrumbe del Tívoli está a la orden del día. No es alarmismo. Es lo que piensan las familias gitanas que ocupan y malviven en el abandonado hotel Isel, en s'Arenal, muy cerca del ya maldito Tívoli. Son unas cuarenta personas las que habitan este inmueble, construido hace 32 años y vendido hace quince. En este caso vender es sinónimo de abandono, ya que la empresa constructora de Barcelona que adquirió el edificio no ha hecho nada desde entonces, si no es dejar que se muera. Ya hemos dicho que la maldición del Tívoli está presente aquí. La antigua familia propietaria del Isel también contó con el Tívoli entre su patrimonio.
Sólo son cinco las familias que viven en el Isel, pero suman unas cuarenta personas, ya que uno de los matrimonios tiene once hijos, además de los abuelos. Ayer mismo, una de las noticias del día en este inmueble ruinoso fue la de un nuevo parto. En realidad, el Isel se divide en dos bloques: en uno hay viviendas en condiciones (aunque en una planta hay okupas), pero el otro está a punto de caer. Esta última parte no tiene ni luz ni agua, pero sí mucha humedad y corrientes de agua entre los numerosos agujeros de la estructura. No es una casa para nadie, pero menos para niños y personas mayores, algunas de ellas inválidas. Hace poco, un niño de dos meses murió entre estas inclemencias. El Ajuntament de Palma reclama la reforma de toda la fachada a los vecinos de la parte acondicionada porque son los únicos localizables.
Alguien se ha preocupado de recoger el agua de lluvia en un bidón, y los que pueden la compran a un suministrador de agua en camiones cisterna. Una taza de water es tapada con puertas, pero sin pared. Y es que aquí aún se respetan los actos íntimos. Eso, los que tienen la suerte de disponer de water. Los tendederos de ropa se colocan en balcones sin barandillas. Los desprendimientos de la fachada son bien visibles. La suciedad se amontona,...
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