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«Es como nuestra segunda casa; el teatro nos ha visto crecer». Con tan sólo seis años, Marta Serra decidió que su gran ilusión era subirse a los escenarios y su madre la apuntó al aula de teatro que el Teatre Principal lleva a cabo desde hace unos 10 años. Ahora, en plena adolescencia, Marta confiesa que le encantaría seguir sus estudios de Arte Dramático en Barcelona y Madrid, y, ¿quién sabe?, convertirse en toda una futura estrella. Como ella, unos cuarenta niños de Palma desean introducirse en el difícil mundo de la interpretación. Son las nuevas promesas teatrales.

La idea de realizar esta aula surgió de la necesidad de adquirir una formación escénica necesaria para todos aquellos pequeños que ya participaban en las clases de coro. Poco a poco se fue convirtiendo en un curso mucho más autónomo. El aula se estructura en tres partes bien diferenciadas. La primera es la preparación de un trabajo concreto basado en unas técnicas teatrales. Seguido de la escenificación del mismo. Para finalizar con una charla-debate, en la que los alumnos comentan y analizan las distintas tareas expuestas, potenciando la dinámica de grupo y la comunicación.

La maestra Peky Spaziani, licenciada en la carrera superior de Arte Dramático en Argentina, comenta que los alumnos responden muy bien a estos talleres, y que es una excelente manera de que adquieran soltura y profesionalidad que pondrán en práctica sobre los escenarios. «El único problema "según ella" es que los grupos son muy heterogéneos, debido a la diferencia de edad de los alumnos». Este hecho reduce la posibilidad de comprensión por parte del alumnado, ya que los más pequeños interfieren en el desarrollo de los mayores. Peky reconoce que es un problema de difícil solución, puesto que es complicado ponerse de acuerdo en los horarios. «El sábado "que es cuando se lleva a cabo el aula" es el único momento que los niños tienen libre y por eso los agrupamos a todos», afirma esta ayudante de dirección escénica.

Los alumnos ya han participado en algunas obras. La última fue la ópera Mefistófele, que se escenificó el pasado mes de febrero. Ellos, muy ilusionados por esta nueva oportunidad, pudieron demostrar su valía sobre el escenario, tanto desde el punto de vista dramático como melódico. Irene, Ana, Jessica, Neus, Guillermo, Marta... Todos ellos ansían convertirse en estrellas del teatro o del cine. Saben que es un camino largo y laborioso, pero, pese a ello, no renuncian al sueño de poder ser una futura Julia Roberts o un venerado Antonio Banderas.