«La normativa comunitaria es una red impenetrable de conceptos
abstractos», así de contundente se mostró el senador Jordi Solé
Tura, uno de los principales impulsores de la Constitución Española
y miembro de la Delegación del Parlamento Español en la convención
redactora de la Carta Europea de Derechos Fundamentales, elaborada
en Niza el año pasado. El acto de clausura del programa «Diàlegs
amb Europa», que promueve la Conselleria de Presidència del Govern
balear y el Centre Balears Europa, transcurrió ayer en el auditorio
del Parc Bit con varias conferencias dedicadas a este importante
texto.
El acto contó con las ponencias del director de la oficina de la
Comisión Europea en España, Miguel Moltó; la catedrática de Derecho
Internacional de la UIB Charo Huesa y el embajador de Malta en este
país, Carmel J. Aquilina. Hizo el acto de presentación el conseller
de Presidència del Govern Balear, Antoni Garcias. Solé Tura, claro
y contundente en su exposición, aseguró que «la Carta de los
Derechos Fundamentales no tiene por ahora ningún tipo de
vinculación jurídica, pero ha servido para preparar el terreno para
la expansión de Europa, con la incorporación de nuevos paises
(Checoslovaquia, Hungría y Polonia)».
En la conferencia intergubernamental prevista para el 2004 se
estudiará su aprobación oficial. Según el político catalán, la
Carta constituye «el primer paso para una futura Constitución
Europea, que podría comenzar dentro de unos diez años». El senador
socialista añadió que «se realizó con un método de trabajo que me
desconcertó mucho, un método que no me gustó: se creó una
presidencia que iba proporcionando temas y que íbamos discutiendo
los cuatro representantes de cada país. Hablamos mucho y perdimos
bastante tiempo».
Solé Tura explicó que «a la hora de redactar la Carta nos
encontramos con otra limitación, ya que no podíamos cambiar ni una
sola coma de las constituciones respectivas de los 15 países».
Según el senador, tampoco «se tuvieron en cuenta» la mayor parte de
las reivindicaciones que numerosas entidades cívicas (ONG,
asociaciones feministas, ecologistas, etc.) efectuaron en Niza. «Lo
que hicimos consistió en establecer "sin tocar nada" un código de
derechos que recogían los ya existentes (contemplados previamente
por el Consejo de Europa) y los simplificaba, preparando el terreno
jurídico para la incorporación de los nuevos países», aseguró en un
tono crítico pero constructivo.
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