La sensación que se siente una vez arriba es difícil de explicar. Foto: JAUME MOREY

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En poco tiempo, apenas un año, el 'flysurf' se ha hecho un hueco entre los deportes acuáticos más atractivos para la masa juvenil. La modalidad es una mezcla entre el ya popular windsurf y el parapente y su combinación satisface a los practicantes más caprichosos y excéntricos. Y es que la sensación que uno tiene estando suspendido en el aire es de las más emocionantes que se puede experimentar; «es como si flotaras y te dejaras llevar por tu propia suerte», afirma Bernat, uno de los más consagrados en la materia.

El objetivo no consiste sólo en intentar realizar las piruetas y saltos más extravagantes que uno pueda imaginar, sino estar el mayor tiempo posible a merced del viento y aprovechar al máximo el oleaje. El viento, como ocurre en casi todos los deportes acuáticos, es un factor fundamental para poder realizar los «saltos mortales» y demás acrobacias aéreas; de esta manera, cuanto mayor sea la fuerza eólica, menor ha de ser la superficie del parapente para que, así, los juegos sean aún más espectaculares.

La cometa, en su mayor parte, es hinchable, lo que permite que no se arrugue ante una posible caída al mar, lo que complicaría sumamente la subida, y va sujeta por cabos dinema, capaces de resistir más de 200 kilos de fuerza. Otro elemento de primer orden en este nuevo deporte son las tablas, que suelen ser de dos tipos. En primer lugar están las 'wakeboard', similares a las que se utilizan en el esquí acuático, que permiten ir al límite, y luego encontramos las unidireccionales y bidireccionales, que presentan como ventaja el facilitar el movimiento en el agua.

La dificultad a la hora de practicar este deporte no es extrema y, según el propio Bernat, «es más sencillo que el windsurf; eso sí, a veces puede ser peligroso si uno no controla demasiado». Y es que los 'loopings' que se marcan estos valientes quitan el hipo a más de uno. Pero si alguien está interesado en «volar» entre el cielo y las olas no tiene más que comprar un equipo entero de 'flysurf' (parapente, arnés, botavara, tabla...), que suele rondar las 200.000 pesetas. Además, por 5.000 pesetas la hora, se imparten clases donde se enseñan las técnicas y entresijos de este nuevo mundo que ya cuenta con multitud de seguidores.