El verano está dando sus últimos coletazos. Sin querer ser aguafiestas, hay que tener presente que los días de buen tiempo, de vacaciones y de ocio llegan a su fin. Las jornadas amenas se transformarán, por el efecto devastador del devenir del tiempo, en fríos días de invierno, monótonos, tristes y vagos. Se acabaron las horas muertas en la playa, las fiestas nocturnas bajo la luz de la luna, los baños refrescantes, los paseos vespertinos sin rumbo fijo, la ropa ligera y cómoda... Como si de un buen sueño se tratara, estas jornadas serán guardadas en la memoria y rememoradas en horas de melancolía gélida. Frente a la chimenea o junto a la estufa de un bar, con un ardiente café entre las manos, recordaremos sobre todo aquellas noches de verano sintiendo la brisa en nuestro rostro, sentados en las amistosas terrazas.
Cita bajo la luz de la luna
Las noches en las terrazas de Palma son una cita fija en el calendario estival tanto para los turistas como para los habitantes de la Isla
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