Gesto efusivo de Arafat hacia Peres tras el discurso del ministro israelí. Foto: EFE.

TW
0

P. CANDIA/J. MESTRE
El ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Shimon Peres, hizo un guiño de complicidad a sus anfitriones de Balears al hacer dos referencias a las Islas en el transcurso del discurso que pronunció ayer en el foro euro mediterráneo de Formentor. En medio de su encendida alocución sobre el problema palestino y los territorios ocupados, Peres hizo mención a los «molinos de viento de esta isla» (Mallorca) para hacer hincapié en la historia común de los pueblos árabe, israelita y español. Poco después, afirmó que la autonomía palestina «debe ir de menos a más, como de Menorca a Mallorca».

Fue la única concesión amable que se permitió ante quienes le escuchaban, entre ellos los presidentes de la Autoridad Nacional Palestina y de España, Yasir Arafat y José María Aznar. Peres recordó a Arafat su responsabilidad para asegurar el alto el fuego en las zonas bajo su control, como paso imprescindible para aplicar los acuerdos de paz. También, citó el sexto aniversario del asesinato del primer ministro israelí Isaac Rabin, que, a su juicio, abrió una espiral terrorista que acabó con el proceso de paz. Peres advirtió de que «la tierra no es el problema, es la seguridad» ante una violencia terrorista que causa entre treinta y cuarenta incidentes diarios, y recordó que el Informe de la Comisión Mitchell establece en el primer punto la necesidad de asegurar el alto el fuego.

Insistió en que «no queremos la tierra palestina, ni gobernar a los palestinos, ni que el pueblo palestino sufra», pero es preciso garantizar la seguridad. Dijo que restan cinco ciudades bajo responsabilidad palestina en las que no es efectivo el cese del fuego, y aseguró que cree en la disposición al diálogo expresada por el primer ministro israelí, Ariel Sharon. Reconoció dos problemas: los asentamientos, fruto de una época anterior «en la que no veíamos salida a la paz», pero que podría solucionarse con un acuerdo de intercambio de tierras, y los refugiados, asunto en el que advirtió que «queremos ser amigos pero no suicidarnos» aceptando el regreso de una población palestina que haría que «Israel dejara de ser un Estado judío».

También dijo que existe un problema económico para los palestinos, y con Jerusalén, «la ciudad más importante para nosotros» y en la que «la religión es libre», y subrayó a Arafat la responsabilidad palestina en la seguridad en los lugares santos. Peres dijo que israelíes y palestinos han perdido confianza en la voluntad del otro por alcanzar la paz, pero insistió en la necesidad de aprovechar un momento en el que el mundo «está cambiando», tras los atentados contra Estados Unidos, para vencer al terrorismo, en una batalla en la que «no caben medias tintas». Concluyó con el deseo de conseguir arrancar unas negociaciones de paz para lograr un mundo en el que las futuras generaciones puedan disfrutar «a salvo y sin miedo» de las nuevas tecnologías y se enfrenten a grandes retos.