El I Congrés Rural de Balears, que se inició ayer en el teatro
Auditórium de Palma con cerca de 400 participantes y representantes
de la agricultura y la ganadería de las Islas, con la presencia del
subsecretario de Agricultura del Gobierno central, Manuel Lamela,
ha puesto sobre la mesa la necesidad del compromiso social y de la
Administración para ayudar a este sector, no tan solo para mantener
una actividad económica «estratégica», sino por el deber moral de
compensar la contribución fundamental del los payeses a la
conservación del paisaje, que es el principal reclamo turístico del
Archipiélago.
Si en este punto hubo un acuerdo prácticamente unánime, la
crítica sobre la Administración, de cualquier nivel, por la falta
de políticas agrarias eficientes fue otro de los puntos que alcanzó
un apoyo mayoritario. Fue durante la primera mesa redonda del
congreso, celebrada ayer por la tarde bajo el título «Futuro de la
agricultura en Balears», cuando se destaparon las deficiencias de
una Administración que no ha sabido entender los problemas del
sector primario y que se muestra inhábil para dar soluciones a los
problemas estructurales de la payesía.
En este sentido, Biel Company, gerente de Asaja, fue muy claro
en su primera intervención y calificó el congreso de un ejemplo más
de «palabras y más palabras» que no dan solución a la inferioridad
de condiciones de la agricultura balear ante los productos de la
Península y de terceros países. Así mismo, Company advirtió que la
ampliación de la Unión Europea a los países del Este no supondrá
una apertura de mercados, sino la presencia de nuevos competidores
con una gran capacidad de producción a bajo costo.
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