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PEDRO PRIETO Donde no tiene por qué haber problemas es en la gasolinera cuando uno decida cargar el depósito. Aparte de que en las gasolineras, en unas más a la vista que en otras, se indica muy clarito la equivalencia de pesetas en euros y viceversa, lo más práctico sería olvidarse del «póngame 20 litros» ó «lléneme el depósito», ó «póngame 5.000 pesetas», o 2.000, que serían 30'05 ó 12'02 euros, respectivamente, lo que obligaría a recibir cambio, con la correspondiente pérdida de tiempo, sobre todo los primeros días, pues al no ser familiares las monedas de los céntimos habrá que comprobar si es correcto el cambio. Lo más práctico, según el gasolinero, es que si uno va a pagar con euros se pida 30 euros de gasolina, o 18, ó 12, que son algo menos de 5.000, 3.000 y 2.000 pesetas respectivamente, y así no hay que dar cambios. Eso sí -recomienda ese mismo gasolinero- «para el bien de todos, lo mejor será que desde el primer día nos olvidemos de las pesetas y lo paguemos todo en euros».

Por otra parte, Lys Riera, responsable de los mercados que dependen del Ajuntament de Palma, afirma que «como en los monederos donde quedan clasificadas las monedas por tamaño y valor que los vendedores tienen en el cajón donde guardan el dinero no van a caber todas las monedas de céntimos que tiene el euro, tienen miedo de que se les mezclen, lo cual dificultará los cambios, ya que apenas las distinguen».

Lys Riera apunta otras dos cosas. Por un lado, que todavía el comerciante no sabe si con el euro será efectivo el rebajar aunque sólo sea un céntimo el valor del producto tal y como se hace con la peseta, cuando en vez de fijar el precio, por ejemplo, en 1.000 ptas, lo fijan en 999. ¿Causará el mismo efecto cobrar por algo concreto 1'99 euros en vez de 2 euros? Por otro lado, que se va a llevar un rigurosísimo control en lo que se refiere a redondeos, «pues como cada uno haga lo que le parezca en este sentido, el IPC se disparará».