«El folklore de Palma no se entiende sin el 31 de diciembre. La
cultura popular de generaciones y generaciones de ciudadanos es
inseparable de la Festa, porque es el instrumento que nos sirve
para entender la historia de la ciudad». Así explica Antoni
Quintana el significado de la Festa de l'Estendard en su libro «La
Festa de l'Estendard dins la història de Mallorca», con la que cada
31 de diciembre se conmemora la conquista de Mallorca por Jaume I
en 1229.
Los documentos históricos nos hablan de que ya en el siglo XIII,
es decir hace 700 años, se celebraba esta fiesta, por lo que se la
considera una de las más antiguas de cuantas existen en Europa.
Aunque la fecha es incierta, el cronista Marsili documenta su
origen en 1313. Además, el Ajuntament de Palma siempre ha procurado
introducir en ella actos de relieve institucional, comenzando en
1897 con las declaraciones de hijos ilustres de la ciudad
coincidiendo con el 31 de diciembre.
En esencia, la fiesta ha mantenido su programa, que siempre ha
mantenido dos partes diferenciadas, un ritual religioso de acción
de gracias y un ceremonial civil, que gira entorno a la bandera
real, aunque el correr de los tiempos ha impuesto la introducción
de cambios. Según las fuentes medievales, por ejemplo, todo
comenzaba con la celebración de una misa solemne en la Seu, seguida
de una procesión que atravesaba la ciudad y salía por la Porta de
Sant Antoni a la esplanada más allá de las murallas, donde tenía
lugar el sermón histórico. A continuación, la procesión hacía la
entrada solemne tras haber llamado a la Porta Pintada o a la de
Santa Margalida y se dirigía a la Seu.
El ceremonial actualmente en vigor data del siglo XVII y tiene
como eje central la colocación del pendón real, enramado con murta,
en el centro de la plaza de Cort. Lo portan los concejales y el
alcalde de la ciudad y es custodiado por una compañía de tropa que
realiza las salvas de ordenanza. Y así ha sido, al menos, durante
los dos últimos siglos, desde 1801, y hasta el año pasado, pues en
esa ocasión ya no se escucharon las salvas en el momento de rendir
homenaje al pendón real, al sustituirse la presencia de la Compañía
de Honores tradicional del Regimiento de Infantería Motorizable
Palma 47 por una unidad militar, también del Palma 47, provista de
uniforme y armamento de época.
La compañía de Infantería ya había sido relegada por la guardia
urbana de gala durante la segunda República y repuesta con la
llegada del nuevo régimen. Históricamente, además de las salvas, se
rendía honores al real pendón con el himno nacional, pero en 1976
la nueva normativa impuso que éste sólo podía rendir honores a la
bandera de España y, ante ello, el alcalde Paulí Buchens decidió
que sonaran los acordes de «La Balanguera» en su lugar.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.