Los hermanos Pere y Jaume Llinàs y su primo Toni Flexes disfrutaron de todos los regalos.

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Tras la noche más mágica en la vida de todo niño, llega el día más intenso. Después de contemplar el desembarco de los Reyes de Oriente en tierras mallorquinas, los más pequeños de la casa se acostaron muy pronto el sábado para acortar así el tiempo de espera que les separaba de sus regalos. Pronto cantó el gallo para esos locos bajitos. A unas horas bastante intempestivas para una mañana de domingo, y sin tiempo de despojarse de los pijamas, los menores corrieron hasta el árbol de Navidad para descubrir los distintos regalos. Muchos niños pasaron la noche en continua agitación para ver amanecer un día muy diferente a los demás.

Sin ningún tipo de titubeo y con una profunda mirada de ilusión y emoción, los niños abrieron sus regalos. Los juguetes de toda índole que se escondían en cajas envueltas provocaron la sonrisa de satisfacción de los menudos. Fue el caso de la pequeña Eva, quien recibió un muñeco bebé, un rompecabezas, una Barbie y un juego de heladería para que pueda preparar los mejores helados. Para Aida, el de ayer fue un día muy especial porque, al fin, consiguió la muñeca Mariquita Pérez, que tanta ilusión le hacía.

Los hermanos Pere y Jaume Llinàs, de 9 y 3 años de edad respectivamente, acompañados por su primo Toni Flexes, de 8, fueron a recoger los regalos a casa de su abuela Margalida, donde se encontraron con una gran cantidad de sorpresas. Dos coches teledirigidos, un castillo de Harry Potter, un juego de Nintendo y una catapulta, entre otros, fueron los juguetes que más euforia despertaron entre estos niños.