Las calles de Palma se llenaron de gente ávida de buena música y ganas de «torrada». Foto: JOAN TORRES.

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La revetlla de Sant Sebastià sacó una vez más de su acostumbrado letargo a los palmesanos y los echó a la calle. Esta vez lo hizo como pocas veces se recuerda, gracias en buena parte a que era sábado noche y a que la lluvia había respetado al patrón de Palma. La velada comenzó como un reloj y cuando en Figuera colocaba 19:00 horas, el primer foguerón "el oficial" ardía como estaba previsto. Francesc Antich, presidente del Govern balear, y Joan Fageda, alcalde de Palma, daban el sus con la encesa en la Plaça de Santa Eulàlia a sa revetlla.

Aún era pronto, pero las calles de Palma ya estaban repletas de mallorquines, quien más quien menos con el «kit torrada» (botella de vino, botifarrón, sobrassada, lomo, panceta y pan pagés), y algunos con las banyes de dimoni luminosas sobre la cabeza y a tres euros. Las principales calles de Ciutat rebosaban de alegría, buen humor y ganas, muchas ganas, de comer. El intenso aroma que emanaba de los foguerons obligaban a hincar el diente.

Al adentrarse la noche empezó a sonar la música. Había para todos los gustos: el que quería ball de bot, su lugar era el de siempre, la Plaça de Santa Eulàlia; el que buscaba un poco de romanticismo, Bertín Osborne era su hombre y Cort, su plaza; si lo mejor era un poco de canción española, 'El Fary' esperaba en la Plaça Sant Francesc, pero si se pretendía disfrutar de los mejorcito del rock catalán, ya se sabía que la Plaça de l'Olivar era el destino.

Mientras, si el gusto iba por la calidad del jazz y el blues, había que dirigirse a la Plaça de Salvador Moll. Aunque las más rutilantes estrellas eran Jarabe de Palo, ubicados en la Plaça Major. Finalmente, si lo mejor era escuchar un poco de todo, había dos opciones, o centrarse en la Plaça Joan Carles I o recorrerlas todas.

Unas fiestas de todos y para todos
Las Festes de Sant Sebastià 2002 han empezado bajo el influjo del buen recuerdo de años pasados. Con esa premisa el Ajuntament de Palma ha elaborado un programa de actividades ilusionante, extenso y de calidad para que los ciudadanos, ya no sólo de nuestra ciudad sino de toda la Isla, puedan disfrutar de unos días festivos donde, ante todo, debemos potenciar el clima de convivencia, esperanza, alegría y paz que distingue a los habitantes de esta tierra.

Estos días tienen también un evidente significado cultural, aquel que nos permite parar un instante y recuperar las más antiguas tradiciones para dar a conocer a los que nos visitan e incluso a los más jóvenes nuestras señas de identidad. Sant Sebastià 2002 es fruto del trabajo de muchos meses. Durante dos semanas, que empezaron el pasado sábado con la lectura del pregón, se mezclan actos y citas consolidadas por el éxito de otras ediciones, con nuevas iniciativas que confío sean del agrado de todos.

Una de ellas la afronto con especial ilusión. Me refiero a la jornada de puertas abiertas del Ajuntament que tendrá lugar el próximo sábado 26 de enero. Quiero que este encuentro fortalezca, aún más, la estrecha relación con los palmesanos. Es una oportunidad para conocer juntos un lugar de la ciudadanía y para la ciudadanía.

Y éste tiene que ser el lema de estas fiestas, como ha quedado demostrado en la revetlla que ha acogido en las calles de Palma a más de 200.000 personas. Sant Sebastià 2002 es un espacio cultural, tradicional y festivo abierto a todos los barrios y a aquellas gentes que nos visitan a lo largo de estas dos semanas. Por ello, quiero animar a los ciudadanos a participar activamente de estas fiestas, siempre con la actitud de convivencia pacífica, generosa, y solidaria que nos caracteriza.

Molts d'anys!!!