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Orlando viste de blanco, y toca su cabeza con sombrero del mismo color, de ancha ala. «Hace mucho frío en Palma "dice frotándose las manos y encogiendo los hombros. No hace mucho leí Un invierno en Mallorca, donde George Sand decía que pasaba un frío tremendo en la Isla. Pues bien, si llega a ser tanto frío como el que he pasado yo, seguro que no escribe el libro, pues se muere de frío».

Nacido en La Habana, se pasa mucho tiempo en Cojimar, «donde Hemingway amarraba 'El Pilar', su barco, que capitaneaba Gregorio Fuentes, que acaba de fallecer, y donde escribió 'El viejo y el mar'. ¿Que si conocí a Ernest? Aunque no tuve amistad con él, claro que lo conocí. Siendo pequeño yo, y él saliendo del Floridita, me acerqué y le di la mano». Orlando ratifica lo que todos sabemos, que «Hemingway era un catador de bebidas como pocos. Bebía de acuerdo a la situación: en El Floridita tomaba daiquiris, y mojitos en La Bodeguita del Medio».

No tiene muy claro si Hemingway se inspiró en el viejo Gregorio, el capitán de 'El Pilar', para construir el inolvidable personaje de 'El viejo y el mar', o si fue en Anselmo, otro pescador que conoció. Lo cierto es que la casa más visitada de Cojimar es la de Gregorio, visitada por españoles, sobre todo, y en especial, navarros, dada la vinculación que tuvo el escritor con los Sanfermines y Pamplona. Este vivía en otro lugar, San Francisco de Paula, en una casa llamada La Vigía, junto con su esposa, 34 gatos y 14 criados». Sobre su dramático final nos cuenta: «¿Que por qué bebía tanto al final de su vida? Porque creo que sabía que estaba herido de muerte. Por eso se pega un balazo, colocándose el cañón debajo de su barbilla, como se lo pegó antes su padre».

Refiriéndose a sí mismo, nos aclara que no es poeta, pesa a hacer, con suma facilidad, poesía. «Yo más bien diría que intercambio regalos con los mallorquines: ellos me ofrecen su hospitalidad y yo les hago versos. Espinelas, o décimas, ¿sabe?». Y se explica: «En Cuba también vivo del verso, pues allí el arte está profesionalizado. A mí me dan un salario y yo hago versos». No habla de política, pero reconoce que Cuba en los últimos años ha progresado notablemente. «Cuando estalló la Revolución había dos millones de analfabetos. Hoy, en cambio, leemos y escribimos todos». En el 58 no estuvo en el frente. «Estaba en La Habana, en la clandestinidad, desde donde ayudé como pude a la Revolución».

Orlando tampoco estuvo en Bahía Cochinos, ni perteneció a las milicias nacionales revolucionarias, según él, por tres razones: porque tiene los pies planos, el metatarso caído y la espina bífida, lo que le impide moverse mucho, «pero me quedé ocupando el trabajo de un miembro del Batallón 113, que sí combatió en Playa Girón».