Balears, que siempre "especialmente en los últimos años" ha
sufrido una situación energética precaria, ha tomado al fin forma
en los mapas que maneja el Gobierno central. Si hasta ahora
teníamos que sufrir apagones y apuros en los días punta del verano
"cuando se dispara el consumo eléctrico con la utilización masiva
de aparatos de aire acondicionado" y del invierno "cuando ocurre lo
mismo, pero con las calefacciones", parece que el futuro se
presenta algo más halagüeño para nuestros intereses.
De uno a otro se habían estado lanzando la pelota del problema
energético en los sucesivos gobiernos autonómicos, hasta que por
fin el actual se decidió por la solución del gasoducto que trajera
combustible desde la Península, conectado a la red nacional. El
problema, entonces, era la financiación, y el Govern de Francesc
Antich contempló, incluso, la posibilidad de pagarlo con sus
propios medios y con ayuda europea si en Madrid rechazaban el
proyecto. Por suerte para todos, no ha sido necesario llegar a
semejante endeudamiento, porque en principio se apoya la idea desde
el Ejecutivo central. No era para menos, pues el resto del país
goza de este sistema de suministro de gas a cargo de las arcas
centrales y nosotros no teníamos por qué quedar fuera.
El plan debe ahora pasar el trámite parlamentario, donde se
supone que todos los grupos políticos aprobarán la idea, porque en
cuestiones de esta índole, en la que se juega el interés general,
no deben mezclarse rivalidades partidistas. Hay una enorme
inversión en juego, años de obras complejísimas "el tubo debe unir
la costa valenciana con Eivissa por debajo del mar para luego
enlazar con Mallorca" y cualquier retraso iría en contra del bien
común. Así que, adelante.
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