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Simpática, cumbayá, folclórica y embaucadora. Son cuatro de los rasgos con que definió Jaume Santandreu a Catalina Cirer, delegada del Gobierno, en el programa «Encadenats», que emitió ayer por la noche M7. A lo largo de la entrevista se trataron temas como la legalización de las drogas, la existencia en Balears de 10.000 inmigrantes sin papeles y los motivos por los cuales Cirer entró en la política. Coherencia y respeto a las personas son dos bazas esenciales en la vida de la delegada del Gobierno. «La coherencia es fundamental. Por encima de los partidos y de las tendencias sexuales están las personas. Yo me metí en política porque quería cambiar el mundo, mi entorno y aún lo quiero cambiar. Era más fácil hacerlo desde un compromiso factible».

Cirer afirmó que «se debe tratar de forma diferente el tema de la droga» y que lo difícil «en el caso de los inmigrantes no es darles papeles, sino lo que viene después: escolarización, sanidad, una vivienda digna... Esto no sólo depende de Delegación del Gobierno, sino de toda la sociedad, de la comunidad». En una entrevista cordial y muy amena, señaló que le encanta ser folclórica, que ama Mallorca y que «soy cumbayá con todas las consecuencias. ¿Quiere decir participar activamente en las actividades religiosas? El tema de la fe es un privilegio, no la tiene cualquiera, viene de arriba y yo la tengo».

Respecto al calificativo de «embaucadora» -entendida como una facilidad para adaptarse a todas las situaciones siendo del PP- Catalina Cirer se refirió a la pregunta formulada por Santandreu respecto a su presencia en la gala de Ben Amics para recoger un dimoni rosa. «Tengo muy buenos amigos homosexuales. Si en privado están en mi círculo afectivo, en público ¿por qué no? No voy por quedar bien, voy por coherencia. Soy de derechas porque en el partido caben muchas ideas, pero las personas son lo primero».

Preguntada sobre qué haría con el capellán Santandreu si Cirer fuera obispo, contestó que «hablaría con él, intentaría entenderlo en los puntos de divergencia y lo estimaría, como tiene que hacer un obispo con todos sus capellanes. Si yo fuera capellán haría todo lo posible por luchar dentro de la Iglesia para mejorarla, para que sea una organización más coherente», afirmó. Santandreu y Cirer hablaron durante media hora en un ambiente amigable, ameno y ocurrente. Preguntada por lo que un ciudadano debe hacer al ver que una persona es detenida 60 veces y las 60 no ha sido encarcelada, la delegada del Gobierno animó a los ciudadanos «a que no se cansen, a pesar de que las soluciones no tengan la efectividad necesaria. Si se atenta contra los derechos, hay que actuar».

Santandreu -que al comenzar la entrevista dijo estar asustadodejó los nervios y demostró que puede estar tanto detrás como delante del micrófono. El entrevistador preguntó a Cirer si no le molesta trabajar en el edificio de la Delegación del Gobierno, ser la gobernadora o la «virreina». «Referencias históricas las tenemos todos. A mí no me intimida un edificio. Me sitúo en un contexto de personas y procuro hacer mi trabajo bien». Sobre la legalización de las drogas, señaló que «reclamo una vida digna para todas las personas, sean o no drogadictas». El lunes que viene Catalina Cirer entrevistará en «Encadenats» al ex presidente Gabriel Cañellas.