El juez instructor del «caso Formentera», Antoni Monserrat, arranca
su auto de 22 folios con un extenso alegato en contra de lo que
define como «juicio paralelo, de gran intensidad y con
interferencia constante en los presentes autos».
Juicio paralelo «El Tribunal Europeo de los
Derechos Humanos tiene declarado, en efecto, que los llamados
«juicios paralelos» son un grave ataque a la democracia, por
atentar directamente contra uno de los pilares fundamentales: la
división de poderes», señala en su escrito el magistrado, quien
recuerda al fiscal jefe de Balears, Antonio de Vicente Tutor, que
él también pretende «promover la acción de la Justicia». Denuncia,
asimismo, la existencia de un «juicio paralelo» a la instrucción de
la causa, que «dificulta gravemente la labor judicial y conculca la
presunción de inocencia de quienes se ven sometidos a tamaños
ataques». A su entender, desde un principio este caso ha estado
sometido a «una tremenda campaña mediática, de alcance nacional,
que claramente da por sentada la culpabilidad de los imputados -y
de los que se pretende imputar ante el Tribunal Supremo-, que no ha
tenido reparos en incurrir en lo denunciado por el Tribunal
Constitucional».
Ilicitud de la prueba El juez se refiere a los
«informes» de Miquel y Maria de la Pau Segura en los siguientes
términos: «El máximo principio de prueba incriminatoria que obra en
autos está constituido por los llamados «informes» de Miquel Segura
y de su hija Maria de la Pau. Si embargo, no puede olvidarse que
tanto uno como otro han declarado reiteradamente: a) no reconocer
dichos documentos en el formato en que fueron aportados por un
medio de comunicación, el mismo que se ha destacado por su
desaforada toma de partido hacia las tesis de la acusación,
haciendo uso de toda clase de medios, incluyendo calumniosas e
impertinentes alusiones hacia el mismo instructor y sus familiares;
b) no reconocer los encabezamientos que figuran en esos documentos,
que los intitulan de «informes» dirigidos supuestamente a
determinadas personas contra las que se pretende dirigir la
acusación; y c) que, a ambos, dichos documentos les fueron
sustraídos de los respectivos ordenadores portátiles de uso
privado». «Por otra parte», añade, «no puede caer duda razonable
alguna de que los documentos les fueron sustraídos... Si el
descubrimiento de los documentos se hubiera producido en un entorno
lícito, es claro que quien los hubiera detectado habría debido
ponerlos en conocimiento o bien de sus superiores jerárquicos, o
del Ministerio Fiscal, o en su caso, del Juzgado de Instrucción. La
utilización del anonimato, casi siempre vil y cobarde, unida a la
instrumentalización por determinados personajes afines, en lugar de
dirigirse a quienes están legitimados por la Ley, hace que deba
observarse con suma cautela esa supuesta prueba»
Una supuesta importante reunión El auto señala
que «se ha pretendido dotar de una gran importancia a una reunión
que habría tenido lugar entre el presidente Jaume Matas, los
consellers Rosa Estaràs, Josep Juan Forcades y Maria de la Pau
Segura». Y añade: «De esta reunión se resalta la extrañeza que
produce la presencia de la Sra. Segura y la producción de dos
documentos, aportados igualmente por vías extrañas, ajenas a la
voluntad de sus autores, del que destaca el llamado 'organigrama'
que habría redactado el señor Matas y que habría sido copiado y
alterado levemente por la Sra. Segura. La celebración de una
reunión en Presidència del Govern nada tiene de extraña. Monserrat
subraya, en este punto, que «todas las acusaciones son producto de
especulaciones, conjeturas y lucubraciones, sin asomo de prueba de
ilícito penal alguno. Es inverosímil y absurdo pensar en una
reunión» de ese tipo «para organizar una trama delictiva».
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