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La devoción que los mallorquines sienten por la venerada imagen de la Sang quedó una vez más constatada ayer, Miércoles Santo, cuando fue bajada de su camarín siguiendo una secular tradición. En la Iglesia de la Anunciación del Hospital, más conocida como de la Sang, se celebraron dos Eucaristías previas a la de la bajada del Cristo que contaron con mucha asistencia de fieles. A las diez, con el templo abarrotado de fieles, se ofició una misa concelebrada presidida por el prior de la Sang, Antoni Gili, asistido por los sacerdotes Francisco Betti, Francisco Cobo y Juan Torrens.

Un gran silencio y mucho respeto imperaron en esta ceremonia, y también el seny del clero de La Anunciación en no alargarla en demasía con lecturas y cánticos debido al gran número de personas de avanzada edad que la seguían de pie. El prior Antoni Gili, fue breve, aunque emotivo en su homilía. El historiador artanenc puso de relieve el sentimiento que despierta la imagen a sus incondicionales devotos, señalando que «la Semana Santa es para los cristianos un acercamiento a Jesús. En su bajada, y al tenerlo más cerca, cada mirada incluirá una súplica y una plegaria.

Él nos hablará esta Semana Santa. Algo nos dirá y nunca nos fallará, siempre está presente». Los sacerdotes organizaron muy bien la comunión de los fieles y se distribuyeron por el templo acercándola a éstos. Concluida la misa, se rezó el vía crucis, que dirigió el sacerdote Juan Torrens, excluyendo cánticos en las estaciones, por el motivo arriba señalado. Llegada la onceava estación el prior, seguido de los sacerdotes, se dirigieron hacia el camarín, desde donde fue bajada la imagen de la Sang por sus cofrades, los sobreposats. Desde allí se dirigieron por el centro hasta el portal mayor, para formar una cruz a la altura del paso de la Virgen Dolorosa, y luego la depositaron junto a las primeras gradas del presbiterio.

En este punto se entonó el Credo en mallorquín. A continuación pasaron en primer lugar a venerar la imagen el clero, miembros de la prohomonía, sobreposats y de la Asociación de Cofradías de Penitentes de Palma, encabezados por el presidente, Tomás Darder. Luego, toda una avalancha de fieles, mayores y jóvenes, y algunas madres con sus hijos de corta edad. En los rostros de todos ellos se notaba la emoción, lágrimas en los ojos que escondían en silencio súplicas y agradecimientos por alguna gracia alcanzada. El Miércoles Santo, fue, sin duda, el día de devoción a la Sang y durante todo el día recibió la visita de centenares de devotos, que llegaron a crear algunas colas.