Nina presentó ayer en Palma su último disco Quan somniïs fes-ho en mi, un recopilatorio que presenta una selección de sus mejores canciones en catalán, extraídas de su discografía que desde 1995 Discmedi-Blau ha venido publicando de esta artista. Nina llegó como cantante, aunque para la mayoría llegaba como directora de la Academia de Operación Triunfo, es decir, como estrella mediática. Intentó hablar de música, de su música, de canciones, de sus canciones. Lo consiguió. Intentó evitar hablar de OT y aunque no lo consiguió, demostró sus dotes académicas para sortear lo que no tocaba hablar. Eso sí, aseguró que «Si España gana Eurovisión, Rosa pasará a la historia, no los chicos; y si pierde, pues no pasa nada, ellos ya han ganado».
La catalana vive ahora del presente, huye del pasado y espera el futuro con ganas, aunque dentro de la academia. «Cuando me plantearon la posibilidad de sacar este disco, la rechacé, ya que soy una persona que suele ir a contracorriente y no me gustaba el hecho de aprovecharme del buen momento que estoy viviendo ahora. Pero después pensé que me estaba equivocando, que tenía la oportunidad de recuperar unos temas que ya se quedaban en el olvido, mis canciones a partir de 1995», explicó una Nina que puso un especial énfasis en dejar claro cuándo empezó su verdadera carrera discográfica. «Antes de 1995 saqué dos discos en los que no me siento reflejada y de los que aprendí qué es lo que no debo hacer, lo que no quiero hacer.
No son discos (Una mujer como yo -1989- y Rompe el tiempo -1990-) míos, ni musicalmente, ni a nivel de producción. No tengo nada que ver con ellos, a pesar de que yo los grabé, es mi voz y mi cara sale en ellos. No me siento identificada. Son de la discográfica Hispavox, como el recopilatorio que sacaron hace unos meses, Aprende a triunfar, el cual me hace mucha gracia porque «enseño» a triunfar con unos temas que en su día fueron un fracaso. En 1995 empecé de cero con Començar de zero, ya con Discmedi». Tras dejar claro este aspecto de su carrera musical, la «profe» de los Chenoa, Bisbal, Tenorio, etc. mostró toda su ilusión por este nuevo disco, con el que se podrá disfrutar de 20 canciones en catalán, entre ellas Paraules d'amor, de Joan Manel Serrat, y Amor particular, de Lluís Llach, y en donde se podrá comprobar que el verdadero vehículo de Nina es la música, que el primitivo medio de esta artista catalana es su voz.
Muchos la acusarán de oportunista, de aprovechar el momento, pero ella se defiende. Tiene razones: antes de ser la directora de la academia más famosa de España, ya era conocida; su nombre ya se escribía con mayúsculas, sobre todo en su tierra. «Yo no quería con este disco aprovecharme de mi fama de ahora, no sabría hacerlo, si lo hiciera quedaría como el culo, fatal, y aunque lo haré, porque es inevitable, la razón que tengo es mi gran ilusión. En un primer momento lo rechacé, porque veía que todo el mundo quería hacer dinero conmigo, pero después de pensarlo decidí hacerlo por ganas y por ilusión, y porque en Discmedi encontré a unas personas con, por supuesto, intereses económicos, pero sobre todo, con unos intereses como los míos, más importantes».
Y todo en catalán. «Desde hace unos meses me está pasando una cosa que es de chiste. Gente de toda España me llama para pedirme mis canciones en catalán, y eso me hace gracia y me sorprende, y me gustaría que les pasara a todos los cantantes gallegos, vascos y catalanes, aunque espero que algún día eso deje de ser una sorpresa. Por eso en este disco he incluido las letras traducidas al castellano. ¿Y por qué no canto en castellano? Mis primeros discos son en castellano y la verdad es que me gusta, de la misma forma que hacerlo en portugués, francés o inglés, como tantas veces he hecho. Soy castellanohablante, aunque lo hable fatal, y mis abuelos son andaluces, pero en catalán me desarrollo mejor, mi voz, mi sonido, el color de mi voz y mi forma de ver las cosas son en catalán. En catalán es más auténtico».
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