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Janeth Patricia García llegó a Mallorca hace once meses con su hija. Es licenciada en Enfermería por la Universidad Nacional de Colombia y trabaja en Palma limpiando casas. Dejó su país por la violencia que azota Colombia y dejó allí a sus padres y un hijo, a los que probablemente no vea en varios años.

Janeth, junto a siete inmigrantes más, recogió ayer en el Casal de Joves el diploma que le acredita conocedora del catalán en su nivel inicial, curso compuesto de 40 horas, organizado por la ONG mallorquina Mallorca Sense Fronteres en el que participaron 10 inmigrantes. Cada tres meses comienza uno nuevo.

«No sabía que aquí se hablara un idioma diferente. Hablarlo todavía me da un poco de miedo, pero hay que practicar», afirma. Luz Elena Jiménez y María Patricia López también son de Colombia y recogieron ayer su diploma de manos de Daviu Sánchez, pedagogo y profesor de catalán en el Casal. Maria Patricia lleva cuatro años en Palma y tiene una hija, Valentina, que casi ha perdido el acento de su país. Tan sólo lleva viviendo en Mallorca un año y medio y ya domina el idioma. «Lo más difícil es la escritura y la pronunciación es complicada. Dejé en Colombia a mi madre y una hermana y no las veo desde hace cuatro años», afirma.

Ha adaptado su paladar a la cocina mallorquina y afirma que le costó adaptarse al pescado. «Me he criado con pollos y marranos y nunca había probado el pescado. En mi país sólo se come en restaurantes de lujo». Luz Elena Jiménez llegó a Palma animada por su hermana, que ya llevaba unos meses viviendo en Mallorca. «Me apunté al curso porque vi un anuncio y luego un amigo me animó. Trabajo de asistenta en una casa y sé que es importante aprender el idioma. Hay palabras que no se parecen al español, para mí ha sido como aprender inglés. Ha sido un curso intensivo de tres meses, pero luego había que estudiar en casa. La pronunciación es muy difícil y entender las canciones todavía más», afirma.

Inmigrantes de Ecuador, Marruecos e Italia han participado en este último curso, actividad que este año cumple su segundo año de vida. Eva Asipuela es de Ecuador. Desde allí llegó hace ocho meses sola. Trabaja cuidando a dos personas mayores y le resulta difícil considerarse integrada en la sociedad mallorquina. «Ahora se me hace un poco más fácil, pero me cuesta, también a los mallorquines».

Las razones que impulsaron a Giuseppe Lai a venir a Mallorca fueron totalmente diferentes a las del resto inmigrantes: ni la violencia ni la necesidad. Lai llegó a Palma a completar sus estudios de Biología en la Universitat de les Illes Balears, donde estudia algunas asignaturas de tercer y cuarto curso. «Me apetecía cambiar y dejé Cerdeña. Entiendo el catalán, pero me da bastante vergüenza hablarlo. Este año, la mayoría de las asignaturas son en catalán y a veces no lo entiendo».