Seydou Sissokho vive entre nosotros desde hace más de una década
con su mujer, Diabou, y sus dos hijos, Youba y Mamadou.
Percusionista extraordinario muy reconocido en su país, Senegal,
Seydou pertenece además a una influyente saga de griots, esos
trovadores que recogen las historias de los pueblos del oeste
africano y las divulgan entre la población y a los que les está
permitido actuar como verdaderos jueces de paz en litigios
domésticos allí donde se encuentren.
Una faceta muy importante de este senegalés, originario de Mali,
es la de educador musical. Muy pocos aquí saben que este hombre de
gestos pausados, exquisita educación y enorme modestia es uno de
los docentes de percusión africana más afamados de los que viven en
Europa. El percusionista de 44 años cuenta que «ya en Senegal fundé
una escuela para percusionistas y bailarines. En 1980 me vine a
España con el Royal Ballet de Senegal, grupo folklórico que actuaba
en teatros, salas de fiesta e incluso en circos. Estuvimos de gira
por Italia, Alemania, Holanda, Francia, Islandia, Bélgica...
Prácticamente por toda Europa».
El también miembro de bandas como Ñu Dayé (afro-jazz), Raïbel
(raï y reggae) o la Khaware Band (rock africano) añade que «en 1992
llegué a Mallorca, donde ya había actuado antes, para cumplir un
contrato como músico en una conocida cadena hotelera de la Isla».
Con los años Seydou Sissokho no se ha olvidado de su vena educativa
y ha vuelto a impartir clases de diembé, uno de los instrumentos
principales de la percusión africana en el occidente de Africa,
esto es, en Mali, Senegal, Costa de Marfil o Guinea.
El siempre sonriente senegalés cuenta que «en 1996 fundé un
grupo de folklore africano, 'Africa 2000', para seguir trabajando
con las cadenas hoteleras, pero siempre he querido retomar mi labor
como profesor». Afirma que «ser africano no significa ser un buen
percusionista. A menudo escucho que los africanos lo llevamos en la
sangre, pero eso no es suficiente. Hay que trabajar el talento y
aprender aparte de esa base».
Ahora Seydou ha organizado en un local de Gomila un curso para
principiantes y otro para avanzados. Los cursos tienen lugar dos
veces por semana, con una duración de 90 minutos cada clase.
Siempre incansable, el senegalés está organizando la posibilidad de
ofrecer seminarios en Dakar en los que vacaciones y aprendizaje
vayan de la mano. De sus estudiantes en Mallorca el profesor
afirma, paternal, que «los mallorquines no están exentos de ritmo.
A la mayoría les falta la pedagogía, el poder reconocer las
distintas notas, por lo que hay que trabajar bien la base. Pero
sólo es una cuestión de tiempo y de trabajo».
Texto y fotos:
Yayo Àlvarez
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