El reciente y penoso episodio de la Basílica de la Natividad, en
Belén, ha quedado definitivamente cerrado con el acuerdo alcanzado
entre Israel, los palestinos y la Unión Europea para que un grupo
de árabes acusados de terrorismo por el Ejecutivo hebreo sean
acogidos en varios países, donde gozarán de libertad.
Siete de ellos se encuentran ya en España, aunque cuatro
viajarán más adelante a sus países de acogida definitivos, de forma
que entre nosotros sólo quedarán tres. El Gobierno español,
lógicamente, se ha negado a facilitar detalles que puedan delatar
quiénes son y dónde vivirán a partir de ahora, aunque sí ha
recalcado que los que serán admitidos en nuestro país «no son
terroristas», a pesar de que en el grupo se encuentran destacados
miembros y dirigentes de facciones violentas.
Sin duda la operación para detener la dramática incursión
israelí en Belén era necesaria "de otro modo, todavía seguirían
allí los tanques y los soldados" y no será tampoco la primera vez
que un Estado acepta acoger entre sus ciudadanos a terroristas
exiliados de otros países. Pese a ello, esta solución diplomática
que satisface a la Unión Europea "así demuestra que tiene un papel
determinante en la eventual solución del conflicto árabe-israelí",
a Israel "se quita de encima el problema sin intervenir
directamente" y a Yaser Arafat "quedó liberado su cuartel general a
cambio de entregar a sus fieles", no puede gustar tanto a los
españoles, portugueses, belgas, griegos, irlandeses e italianos que
tendrán que contar entre sus vecinos con estos personajes que, si
no son terroristas declarados, sí son cuando menos sospechosos.
Y eso en un país como el nuestro, que sufre casi a diario las
tremendas consecuencias del terror, es mucho pedir.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.