Es habitual ver en los parques de Palma a los abuelitos divirtiendo a sus nietos. Foto: J. MOREY

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DAVID J. NADAL Nos vamos a trabajar, pero ellos se quedan; nos vamos a la playa, pero ellos se quedan; nos vamos al cine, y ellos se quedan; nos vamos a cenar, pero ellos no vienen. Ellos siempre están ahí.

Nuestros mayores no tienen prisa, aunque son ellos los que deberían tenerla; nuestros mayores tienen paciencia, aunque lo normal es que la hubieran perdido. Ellos siempre dicen sí.

Llega el verano y con él los más pequeños. El colegio se acaba, las tardes son más largas, pero el trabajo es el mismo. Y los padres tienen prisa y se desesperan. Pero ellos están ahí, nuestros mayores, para ocuparse de nuestros hijos, nuestros hermanitos y nuestros sobrinos. Ellos sí tienen tiempo.

No hay nadie que aproveche más los parques de Palma que los mayores, que allí están jugueteando con los pequeños. Por algo será que muchos abuelos y nietos se llevan mejor que padres e hijos.

Y es que los abuelitos lo son por algo. Gracias a ellos la vida aún va despacio.