TW
0

De un tiempo a esta parte en Mallorca estamos asistiendo a un fenómeno que delata la fragmentación de la sociedad. Se trata de la proliferación de federaciones de entidades que no representan al conjunto de la población, sino únicamente a una parte que se distingue de las demás por su orientación política.

Hace años ocurrió con la Federación de Asociaciones de Vecinos de Palma, de clara tendencia progresista "en la órbita de Esquerra Unida" y en una clara línea de enfrentamiento al gobierno municipal del PP. Ante tal situación, incómoda para sus intereses, lo que hizo el PP fue promover una federación vecinal más próxima a sus planteamientos. El movimiento vecinal, que tuvo una notable fuerza en los años setenta y ochenta, quedaba dividido.

Ocurrió igualmente con las diversas asociaciones de la tercera edad. Hay unas vinculadas a UM y otras al PP. Y sucede ahora con la creación de una nueva federación de municipios, de cariz conservador, que viene a contestar los postulados de la ya existente, FELIB (Federació d'Entitats Locals de les Illes Balears), dominada por la izquierda.

Ya no es la voz de un colectivo general, sino la plataforma sectorial ligada a los intereses de una formación política. No es ésta la forma más adecuada de abordar los problemas de la sociedad, sean vecinales, municipales o de cualquier área. El consenso, el diálogo y la negociación deberían estar presentes en estas entidades que, salvo en el caso de las federaciones de municipios, deberían estar al margen de los partidos políticos. Pero la realidad es otra. Los partidos han adoptado otro modelo: infiltrarse en las entidades para controlarlas y utilizarlas para llegar al poder o para mantenerse. Y si no pueden, promueven la creación de otras que sigan sus dictados.