El éxito en el tratamiento del tabaquismo mediante terapias
sustitutivas -aportaciones de nicotina al cuerpo para suavizar la
abstinencia durante la deshabituación -facilita la recuperación de
sólo una tercera parte de los pacientes. Es un resultado mínimo.
Pero esta cifra, que queda muy por debajo de los éxitos
considerados admisibles para recomendar un tratamiento en otras
especialidades médicas, es hoy por hoy, «la única que ofrece
seguridad farmacológica», junto con productos como el Bupropion -un
antidepresivo muy utilizado en Estados Unidos-, explicó ayer en
Palma el doctor Víctor López García-Aranda, miembro del Comité de
Expertos para una Vida sin Tabaco. El doctor López participó ayer
en el II Congreso Iberoamericano de Rehabilitación Cardíaca y
Prevención Secundaria, como miembro principal del grupo de trabajo
y de la mesa redonda que han tratado este aspecto.
El experto se mostró especialmente preocupado por la
proliferación de productos 'milagro'-desde pulseras imantadas a
hierbas recomendadas por sanadores- y recordó que sólo las terapias
sustitutivas han conseguido pasar pruebas científicas de calidad,
en que el efecto placebo no igualase los efectos del medicamento.
Eso sí, no hay preferencias en cuanto al suministro alternativo de
la nicotina, según el doctor López: la vía oral -chicles,
caramelos- y la transdérmica -los apósitos o pegados- dan
resultados parecidos, dependiendo del paciente. Y las terapias
combinadas, con tratamiento sustitutorio y psicológico, parecen ser
las más favorables al paciente.
Pero las bondades de estos tratamientos superan con mucho la vía
primera para la deshabituación del tabaquismo que es -o tendría que
ser- el protocolo entre médico y paciente a la atención primaria.
Sólo entre un 5 y un 8 por cien de los pacientes atendidos en la
consulta médica deja de fumar por recomendación del
facultativo.
El Comité de Expertos cree están «clamando en el desierto» desde
hace demasiado tiempo, aunque en «los últimos años» han conseguido
resultados como grupo de presión. Pero entienden que el Estado
tiene que aceptar la gratuidad de las terapias contra el
tabaquismo, dado que lo ha favorecido. Por otra parte, el paciente
que sobrevive a un infarto queda muy deteriorado física y
psíquicamente, dijo el cardiólogo del Hospital Ramón y Cajal de
Madrid, José María Maroto, y precisó que el programa que sigue de
forma individual cada paciente consiste en ejercicio físico, paseos
de duración adecuada a cada caso y tratamiento psicológico o
psiquiátrico para eliminar la ansiedad, la depresión o el miedo que
permanece después de un infarto.
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