El valor del trabajo doméstico a precios de mercado de acuerdo con
cálculos realizados en EEUU, Canadá y otros países europeos «podría
suponer una aportación de hasta un tercio del producto interior
bruto (PIB) actual», dijo ayer en Palma el economista de la
Universidad de Cantabria Rafael Domínguez.
Este investigador del pensamiento económico de género, que
intervino en la VI Escola d'Estiu d'Estudis de Gènere, que organiza
la UIB, consideró necesario el reconocimiento del trabajo doméstico
como valor mercantil para establecer sistemas de conciliación de la
vida laboral y familiar.
Según el profesor cántabro, que habló sobre ´Género, clase y
raza en la economía feminista´, mientras el trabajo doméstico no
tenga este reconocimiento mercantil y se considere una tarea sin
valor aunque socialmente necesaria «será muy complicado que
simplemente con campañas de propaganda y buenas palabras se puedan
conseguir conciliar la vida familiar y laboral compartiendo los
trabajos».
En esta línea, valoró el primer paso dado por el Gobierno al
establecer medias fiscales que suponen el pago a las mujeres con
hijos menores de tres años de una cantidad simbólica equivalente al
coste de la guardería.
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