TW
0

La vida para los miembros de la realeza no es igual que para los demás. Eso lo sabemos todos, porque a menudo les vemos realizando actividades que el resto de los mortales nunca llevaremos a cabo: viajes oficiales, besamanos, audiencias con personajes de todo signo, ceremonias... Sin embargo, esta excepcionalidad no sólo se da en los asuntos de Estado, sino que también se pone de manifiesto en las situaciones más cotidianas.

Algo tan habitual en verano como acercarse al Club Náutico para embarcar se convierte para el Rey en una carrera de obstáculos en la que tiene que sortear una avalancha de periodistas, espontáneos y conocidos que se le acercan.

Ayer mismo don Juan Carlos se acercó a saludar a una conocida que se encontraba allí con dos niñas. Concluido el trámite, el Monarca dio media vuelta con intención de proseguir su camino, cuando esa misma mujer le pidió que se hiciera una foto con las pequeñas. El Rey, siempre sensible a este tipo de reacciones, volvió sobre sus pasos, se agachó para besar a las niñas y lo hizo, como lo haría cualquiera de nosotros, pero rodeado de fotógrafos.