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LL. LORENZO Más de medio centenar de isleños llegaron ayer a Prada de Conflent, en la Catalunya Nord, para participar en la XXXIV Universitat Catalana d'Estiu (UCE). Claro está que la delegación balear no es la más numerosa de entre todas las originarias de todos los lugares de lengua catalana, aunque sí se deja notar. De hecho, ayer por la mañana, en el muelle de pasajeros del Puerto de Palma el ambiente entre los isleños que se embarcaron rumbo a la cuna de la cultura catalana era espléndido.

Entre la expedición que partió del muelle, formada por tres docenas de personas, había gente de todas las edades. Una de ellas era la pequeña Gabriela, de ocho años, seguramente la benjamina de la UCE. La niña, aunque no sabe muy bien el verdadero significado de Prada, aseguró que «me lo quiero pasar muy bien». Está claro que la pequeña no iba sola, «voy con mi familia», nos confesó.

Antònia Francesca, de 26 años, empleada de Sa Nostra, declaró que va «porque Sa Nostra ofrecía cinco becas y una de ellas me la dieron». Ella no recibió información de Prada de ningún conocido, le bastó «lo que he leído en el diario y la información escrita que he podido consultar» para convencerse de ir. Su motivación fue «pasar unas vacaciones diferentes» y espera encontrar «muchas actividades y mucha gente» aunque le interesan especialmente «los seminarios que se hacen».

Ahora, que nadie piense que la UCE es sólo para «jovencitos». Rosal Puigmaró es un claro ejemplo de eso. Ya madre, acude «para hacer país y para aprender cosas nuevas de mi tierra que no sé. También voy para divertirme», reconoció. Entre los profesores isleños que participan está Joan Miro, que además es coordinador de la UCE. Además, asisten el conseller d'Educació, Damià Pons; y la presidenra del Consell de Menorca, Joana Barceló

Prada, una localidad fiel a Mallorca
La historia de Prada está estrechamente ligada a la de Mallorca. No sólo perteneció al Reino de Mallorca durante el siglo XIV junto al resto del Rosselló y Montpelier, sino que además fue durante mucho tiempo una de las localidades que se mantuvo fiel a Jaume III. Esta lealtad al heredero del Reino supuso años de castigo y represión en Prada desde la corte catalana durante la segunda mitad del siglo XIV, lo que se tradujo en una pérdida importante de su peso político y económico.