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En el mes de julio y lo que llevamos de agosto han ingresado en el centro de acogida de adolescentes de Muro cerca de 15 menores, a razón de dos o tres por semana, lo que supone una cifra «muy alta» con respecto a otros años, afirmó el responsable del Servei de Protecció al Menor i Atenció a la Família del Consell de Mallorca, Manuel Gordó. Si la cifra ya es preocupante, resulta aún más alarmante el hecho de que la mitad de estos jóvenes hayan ingresado por petición expresa de los padres. «En efecto -explicó Gordó-, estamos pasando un verano caliente en cuanto a ingresos de adolescentes problemáticos cuyos padres ya no saben qué hacer con ellos y solicitan su reclusión en un centro para que la institución se haga cargo de ellos».

En estos momentos, los profesionales de los servicios sociales del Consell tienen sobre la mesa más de 50 solicitudes de guarda en estudio o ya en proceso de trabajo si se ha evaluado la conveniencia de que el menor ingrese en el centro. La creciente necesidad de prestar atención a casos de adolescentes problemáticos, sumada a los programas de atención a los niños de menor edad para evitar su llegada a los centros de acogida, es la razón por la que desde el Consell se ha tomado la decisión de reconvertir dos de los actuales cinco llars de menores en centros más específicos para chicos de entre 13 y 18 años.

El centro de menores de es Viver, que actualmente tiene capacidad para diez menores de 3 a 18 años, será el primero que pase por esta reconversión a partir del próximo mes de octubre, cuando pasará a acoger a un máximo de ocho adolescentes de entre 13 y 18 años. Lo mismo pasará con otro de las cuatro llars, ubicados en el Rafal Vell, sa Vileta, Son Gibert y Son Sardina, si bien aún no se ha concretado cuál de ellos será el afectado. De hecho, en estos momentos más del 50 por ciento de los menores ingresados en estos centros tiene ya más de 13 años, según aportó el responsable insular.

Manuel Gordó vive muy de cerca esta problemática adolescente confiesa su estupor ante la gran cantidad de casos de padres maltratados «a los que la educación de sus hijos se les ha escapado de las manos». No obstante, por su experiencia sabe que «cuando unos padres piden el ingreso de su hijo en un centro y se desvinculan del todo, el caso está totalmente perdido, pues entonces el chico ya no tiene ninguna motivación ni razón para cambiar su conducta».

A la vez que han aumentado los casos de menores «maltratadores», «también han crecido los rechazos por parte de los padres de menores con comportamientos delictivos, que cuando son detenidos por la policía y se recurre a los progenitores éstos no aparecen o se desentienden de él». «Cada vez más detectamos que muchos padres tienen un despiste monumental de cómo tratar a sus hijos, y cuando éstos alcanzan una edad determinada se les va de las manos y es cuando se producen malos tratos a los progenitores o respuestas extremas por parte de los mismos», incidió.

Otra de las tareas importantes de los profesionales que trabajan en este servicio de menores se refiere al trabajo que se realiza directamente con los padres de los niños o adolescentes institucionalizados. En este sentido, Manuel Gordó explicó que «en la mayoría de los casos es posible el retorno del menor a su familia», tanto que el pasado año el 90 por ciento de las bajas registradas en el centro de acogimiento temporal del Puig des Bous, para menores de 13 años, estuvo motivada por retorno a las familias.

Pero hasta que se autoriza el regreso es preciso que los padres realicen un cambio de conducta o abandono de prácticas nocivas o adictivas que existen en muchos casos. Con este fin se diseñó el programa de preservación y reunificación familiar. Si la vuelta a la familia no es posible el menor pasa a programas de acogimiento familiar, preadoptivos o, si su edad ya es cercana a la mayoría de edad, a proyectos de emancipación. En Mallorca existe una población de unos 300 menores institucionalizados en centros de protección de menores del Consell, algunos gestionados directamente y otros por empresas.