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El sacerdote mallorquín Jaume Santandreu acusó ayer duramente al cardenal de Lima, Juan Luis Cipriani (vinculado al Opus) de propiciar el «principio del fin» de los religiosos mallorquines en Perú. El cura obrero satirizó la figura del cardenal, diciendo que «durante la toma de la embajada de Japón, en los días de Fujimori, pasaba micrófonos dentro los cuadros del Corazón de Jesús». Los sacerdotes mallorquines que atienden en la parroquia de San Juan Maria Vianney dejarán su labor después de que Cipriani y el obispo de Mallorca, Teodor Úbeda, llegaran a un acuerdo por el cual la parroquia pasará a ser regentada por religiosos nativos del Perú. Volverán el 15 de septiembre.

Con la próxima partida de los sacerdotes mallorquines, puerta de entrada de la Iglesia balear en Perú, quedan «a merced del cardenal unas infraestructuras realizadas con el esfuerzo de los misioneros insulares», en palabras de Santandreu. «En Mallorca, el misionariado es aire externo. Esta necesidad de hacer intercambios es muy necesaria. El argumento de que ahora en la Isla se precisan más sacerdotes porque hay pocas vocaciones es una excusa para sacarlos fuera. A Cipriani le interesa mantener el control, y hacer llegar con él un concepto de Iglesia mucho más cerrada, más conservadora. No quiere a curas mallorquines en Perú», asegura.

Santandreu estuvo en Perú desde el año 1965 al 1970. «Yo me iba con los cursillos de cristiandad. Al principio estaba imnunizado contra la Teología de la Liberación. Poco a poco cambié. Volví destrozado, renovado, con una nueva percepción de la Iglesia. Mi última misa en Perú fue un funeral por el Che Guevara. Estuve en Piura y después en el Valle de Chira».

El sacerdote y polemista mallorquín asegura que «en un principio el cambio de mentalidad que suponía ir al Perú por la Teología de la Liberación fue muy importante. Pero esto quedó posteriormente anulado porque muchos curas que fueron a América salieron y se casaron. Los pocos que quedamos fuimos engullidos por otra corriente que venía de Àfrica, la que estaba en Burundi. Una Iglesia triunfante, mirando a sí misma, mucho más dogmática. Esta corriente se ha impuesto definitivamente». Santandreu dice: «Los misioneros son la respiración externa de nuestra Iglesia. Pero está quedando anulada por planteamientos de la de Edad Media. Los curas americanos hemos quedado neutralizados».