Setecientos veintiséis años después de que otro 12 de septiembre
Jaume II jurase las «Franqueses i privilegis del Regne de
Mallorca», Mallorca celebró el que es su día (aunque no sea
festivo). A lo largo de la jornada, diversos actos trataron hacer
de esta fecha un día especial para todos los mallorquines.
Para el primero de estos eventos, ciertos personajes de nuestra
historia no podían faltar a la cita, Jaume II y Esclaramunda de
Foix, junto con Sanç y Jaume III no defraudaron, e hicieron acto de
presencia en la Diada de Mallorca, aunque fuese a traves de sus
reproducciones. La celebraron bailando, a pesar de sus tremendas
dimensiones (4 metros de altura y unos 50 kilos de peso).
Anteriormente, xeremies, flabiols y tamborinos se habían
encargado de congregar con sus notas a los viandantes para el baile
real que se iba a celebral frente a la sede del consell al
mediodía. Más tarde, Guillem Ginard, jefe de Relaciones
Institucionales del Consell, se encargó de recordar a los presentos
el significado de la Diada para posteriormente presentarnos una a
una a sus majestades, dos de las cuales, a saber Sanç y Jaume III,
se estrenaban en estas lides. A pesar de ello, y gracias al buen
hacer de los geganters del consell todo salió a pedir de boca. Así,
tras la «Marxa d'autoritats», pieza antiguamente interpretada para
acompañar a los representantes del Reino de Mallorca en sus
comparecencias públicas, llegó el turno de Sanç y Jaume que
danzaron sin descanso haciendo las delicias de los asistentes.
Esclaramunda y su esposo les siguieron los pasos para finalmente
unirse los cuatro, y concentrar así en la calle Palau Reial la que
es pieza básica de la historia de la isla. Las notas de «La
Balanguera» y el lanzamiento de pétalos desde los balcones del
Consell, pusieron punto final a este bonito acto.
Esta tradición de los bailes de gigantes (se tiene constancia de
celebraciones de este tipo desde el año 1.750 en Manacor), ha sido
afortunadamente recuperada en los últimas décadas, tras un periodo
de decadencia. Sin embargo la modernidad también tiene su
protagonismo y ahora nuestros gigantes se hacen con fibra de
vidrio, tras un laborioso trabajo de documentación para conseguir
la mayor fidelidad posible tanto en la vestimenta como en los
rasgos físicos.
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