Las galas de tarde se han convertido para muchos jóvenes en la
manera más idónea de disfrutar, al igual que los mayores, de una
marcha sin límites, aunque las diferencias entre una y otra
generación son considerable. Los jóvenes aficionados a la «marcha
nocturna» tienen que conformarse con iniciar su particular movida a
las 17'30 horas de la tarde y ponerle fin una hora antes de
medianoche, cuando les toman el relevo los mayores.
Las discotecas han adaptado sus horarios y sus precios a esta
clientela juvenil que se divierte moviendo el esqueleto, conociendo
gente y charlando con los amigos en un ambiente apto para ellos. El
coste de la entrada varía, si se entra en la primera hora es de 7'5
euros y 9 euros si se entra pasadas las 18'30 horas. Con ese precio
tienen derecho a una copa. Por lo general, los chicos y chicas no
encuentran caras las bebidas, pues aseguran que el ambiente, la
música y lo bien que se lo pasan merece la pena.
Los padres
La discoteca Tito's es, junto a Fantasy y Riu, de las que dedican
las tardes del sábado a ofrecer una gala a estos jóvenes. La gran
mayoría de ellos se desplaza en autobús, otros son acompañados y
recogidos por los padres y los que menos poseen su propio
ciclomotor con el que llegan hasta la puerta de la discoteca.
Tras una larga cola, acceden a la sala y allí se mueven al ritmo
del sonido más comercial del momento.
Jaime es uno de esos padres que acompaña a su hija y dos amigas de
ésta hasta la plaza Gomila. «Os espero a las once en el mismo
sitio», les comunica. «Estoy mucho más tranquilo "confiesa" si las
traigo y luego las recojo». El principal miedo de los padres es un
accidente o las malas compañías. Otro matrimonio también acompaña a
sus hijos y harán tiempo por la zona, tomando algo, hasta que
salgan de la discoteca para volver a casa. Laura, Yolanda, Cristina
y Marta han llegado en el bus. «Un euro nos ha costado, pero
regresamos en taxi, ya al volver a casa es un poco tarde. El taxi
de regreso nos suele costar unos 14 euros», añaden.
Raúl es de es Molinar y luce orgulloso sobre su ciclomotor, es
de los que ponen varios candados a la moto, pues no es la primera
vez que al salir de la discoteca se ha encontrado con la moto medio
desmontada, vamos, que le han robado varias piezas.
Julián Aguirre
(texto y fotos)
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