Desde el president del Govern, como líder de los socialistas de
Balears, hasta partidos políticos diversos, pasando por sindicatos
y entidades de toda índole, han convocado a los ciudadanos de las
Islas a participar en las manifestaciones programadas para hoy en
contra de la guerra en Irak.
Millones de personas saldrán a las calles de las ciudades más
importantes del mundo para exigir a los gobernantes más poderosos
que den una nueva oportunidad a la paz. Lejos de constituir una
defensa del régimen iraquí, que todos coinciden en considerar como
el peor enemigo de su pueblo, lo que se está pidiendo es un plazo
generoso y quizá nuevos métodos en la búsqueda del armamento
prohibido -si es que existe- por parte de los inspectores de la
ONU.
En una manifestación como la de hoy se concentrarán ciudadanos
de distintas ideologías, pero todos coincidirán en algo importante:
no quieren que en el mundo los asuntos peliagudos se resuelvan por
la fuerza de las armas, derramando la sangre de la población
iraquí, ya suficientemente castigada por su propio dictador, y
quizá la de unos soldados jóvenes que no merecen ese final.
Estarán, también, quienes pretenden obtener réditos políticos de
la «movida» y se manifestarán simplemente por ir en contra de un
gobierno de derechas. Obviamente, es legítimo pero lo fundamental
debe ser una actitud seria y por supuesto pacífica en contra de la
guerra. En este sentido, cabe esperar que los organizadores habrán
tomado sus medidas para evitar actos violentos por parte de grupos
incontrolados.
El «No a la guerra» es, al fin y al cabo, el mandato de la
sensatez. Y cualquiera -incluso Aznar lo dice- hará propio ese lema
que no es más que la defensa de la convivencia, del diálogo, y el
rechazo al horror más grande que el ser humano puede concebir: una
guerra.
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