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Jordi salió el domingo 14 de enero de 2001 por la mañana con sus dos hijos, Àngel y Marc, de 9 y 13 años, para realizar una excursión por la montaña, junto a la costa de Alcúdia. Sobre las tres de la tarde, padre e hijos salieron de la Cova Tancada. El camino de vuelta era largo y decidieron tomarse un descanso. Los niños se sentaron en una escalinata de acceso al mar para jugar con el agua. No había peligro aparente. Su padre les llamaba para continuar el trayecto, pero ellos no obedecieron a la primera llamada. Entonces, Jordi comenzó a contarles la historia del padre Antoni Maria Claret, cuya leyenda dice que se lo llevó una ola y la virgen María lo sacó del agua y lo salvó. No había acabado la historia cuando una inmensa ola aprovechó para envolver en sus entrañas a los dos niños, arrastrándolos hasta el mar. Pese a los esfuerzos del padre, los dos niños perdieron la vida. A la mañana siguiente era rescatado el cuerpo sin vida del pequeño Àngel. El día 17, coincidiendo con el aniversario de la muerte de su abuela, voluntarios submarinistas del cuerpo de Bomberos de Palma encontraron el cadáver de Marc. Tras tres días de búsqueda finalizaba la desesperación de una madre por encontrar a sus hijos y empezaba el dolor por contemplar la muerte tan de cerca.

Desde el primer día sin sus hijos, Magdalena Bonnín decidió plasmar su tristeza en el papel, mediante cartas remitidas a sus dos pequeños. Ahora, dos años más tarde, Magdalena Bonnín publica su libro «Gràcies per haver viscut» de la editorial El Gall. Ella explica que el libro no surgió como algo planificado, sino que nació de una necesidad de comunicación con sus hijos «a quienes yo siento a mi lado a pesar de que estén muertos», comenta. Este libro sirvió a su creadora para aliviar su pena, ya que «cuando escribes los sentimientos de dolor, éstos dejan de hacerte tanto daño y se convierten en algo más independiente. Es el dolor reflejado en el papel», resalta.