Los más pequeños cuentan con un gran número de atracciones. Foto: JOAN TORRES

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Aunque la Feria, en general, y la del Ram en particular, es autorizada para todos los públicos, el niño, sin duda, es el rey. Niño, niño, eh, desde un año hasta adolescente; niño que no da tregua a los padres, sobre todo los más pequeños, ya que si fuera por ellos se pasarían todo el día en el recinto. Ayer por la mañana, si ir más lejos, no sería aun las 10.30 cuando los más madrugadores habían hecho que la Feria se pusiera en marcha, y a poco estaba, como quien dice, a toda máquina.

«Lo malo es que como se quieren subir en todo, aquí nos podemos dejar un dineral», decía un padre. Por eso, se ha de saber ir a la Feria. Según los expertos, lo suyo es, primero, hacer un recorrido sin prisas, viendo lo que hay; segundo, seleccionar aquellas atracciones que más gusten, y tercero, de acuerdo al presupuesto que se tenga, elegir las mejores. Luego todo es cuestión de mentalizarse y de disfrutar con ellas, y si lo logra -que lo logra, seguro- ¿para qué pedir más? (De cualquier modo, el feriante, que conoce todo esto, ha hecho unos bonos de cinco y diez viajes que abaratan algunos euros la visita).

Nos contaba ayer el presidente del gremio de feriantes, Rafael Fernández Conesa, -a poco de regresar del aeropuerto hasta donde había acompañado a los hijos del ventero Juan Hernández, un clásico del Ram, dicen que el que hacía mejor las paellas gigantes, fallecido anteayer en Barcelona-, que la feria, en cuanto a atracciones se podría dividir en dos: para los más pequeños, entre uno y siete años, y de siete años en adelante. «Para los primeros, que si son muy chiquitines, hasta cuatro años, tienen que subir con sus padres, están los caballitos, las ranitas, las pistas infantiles, los barquitos, etc. Y para los más mayores, el resto. La noria es la reina de las atracciones, y más la de este año, que como sube tan poco a poco te permite disfrutar de una de las mejores vistas de Palma, es para todos los públicos».

Pedro Prieto