TW
0

La biografía de la infanta Cristina está tan ligada a la Isla que cuando su padre la distinguió con un título, con motivo de su boda, ella y su esposo, Iñaki Urdangarín, recibieron el Ducado de Palma de Mallorca. Meses después, la nueva duquesa decía en su primer viaje oficial que llevaban a Ciutat «en el corazón».

«Seremos dignos portadores del nombre de Palma, tal y como esta ciudad y sus habitantes se merecen», dijo aquel día doña Cristina en el discurso que pronunció en sa Llonja tras recibir la Medalla de Oro de la Comunitat. Fue el 21 de mayo de 1998, una jornada durante la que visitaron el Consolat, el Parlament y Cort. Allí saludaron desde el balcón al público curioso congregado en la plaza. Los periodistas trotamos aquel día tras los duques, sopesando si la Infanta estaría ya embarazada y recogiendo mil y una exclamaciones de las señoras sobre el apuesto físico de Urdangarín, que nos noqueó en masa. Hubo discursos, regalos, cócteles, emoción en la Infanta, cercanía de ambos para con los invitados, charla distendida y conversación sobre fútbol, porque el Real Madrid y la Juventus disputaban una final de la Copa de Europa. Doña Cristina, que apoyaba a los madridistas, recordó en el Salón de Plenos que el título la vinculaba «aún más con la capital de este antiguo Reino, que es testigo de buena parte de mi vida y mis recuerdos».