Por ejemplo, Palma ayer sábado vivió una jornada de vaivén, ya
que fueron muchos los que, tras dos jornadas de procesiones y de
devoción, salieron a la calle a pasear, a tomar el sol -sólo por la
mañana-, y a relajarse, después de las semanas de Cuaresma.
La manga corta -sobre todo, en los extranjeros- y las ganas de
comer panades han pasado al primer plano, aunque por la tarde
llovió y se estropeó el día.
El nivel de ocupación hotelera es mucho mejor del esperado y,
olvidándose un rato de la «guerra de cifras» entre los hoteleros y
el Govern, está claro que gente hay... y mucha. Mallorca es
Mallorca y mantiene su encanto. En el día de ayer está la prueba.
Terrazas llenas, incluso es Born presentaba un buen aspecto, y Sant
Miquel y Oms, con la mejor imagen posible: Palma fue un largo
paseo.
Pero, ¿qué es la primavera sin las primeras gotas de sol y los
primeros destellos morenos? En busca de ellos fueron muchos los que
ayer se llenaron los pies de arena y se acercaron a tumbarse en la
playa. Los más osados se bañaron: la mayoría turistas del norte,
que son más amigos del agua fría que los mallorquines, aunque en
general se optó por recorrer la orilla, jugar con el perro o
enamorarse un poco más de la pareja.
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