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Los ciudadanos de Mallorca quisieron dar ayer su último adiós al obispo Teodor Úbeda, que murió el domingo a los 71 años de edad debido a una grave insuficiencia respiratoria. El goteo de personas que se trasladó hasta la capilla ardiente instalada en el Palau Episcopal fue constante. Todos querían ofrecer su cariño, su amor y sobre todo su respeto y admiración al obispo, en la que era la última ocasión de encontrarse con él. Todas las personas encuestadas por Ultima Hora, un total de 12, destacó el carácter bondadoso de Úbeda, que, según ellos mismos afirmaron, demostró durante los 30 años que estuvo en el obispado. La fe en la Iglesia y la religión cristiana, su amor hacia el prójimo, su humildad y su buen hacer dentro de la Diócesis de Mallorca fueron otras de las características que los encuestados subrayaron.

A la gran mayoría, la muerte del obispo les cogió por sorpresa. Muchos reconocieron que conocían su delicada salud, pero afirmaron que de un tiempo a esta parte había mostrado ciertos síntomas de mejoría y esperaban que el trágico desenlace se produjera más tarde que temprano. Sus fieles aseguran que lo tendrán presente en sus oraciones y esperan que su sucesor continué la tarea religiosa iniciada por Úbeda, basada en la defensa de la cultura de Balears y de los más necesitados.